Columna


Después de los Bonos de agua

MAURICIO CABRERA GALVIS

23 de septiembre de 2018 12:00 AM

Algo no mencionado en el debate sobre los ‘bonos de agua’ y que no tiene nada que ver con el ministro Carrasquilla es, ¿qué pasó después de los bonos?, ¿quién ganó y quién perdió al desmontar los préstamos a los municipios financiados con los bonos?

Recordemos cómo funcionaban: un grupo de inversionistas creó el Patrimonio Autónomo Emisor y Prestamista (PAEP), una especie de banco paralelo que captaba recursos del público (en la modalidad de bonos) para hacer préstamos a 19 años a municipios, con un margen de intermediación anual de 3% en el negocio.

El PAEP se creó porque a los prestamistas naturales, los bancos comerciales, no les interesó meterse en el negocio ni arriesgarse prestando plata a los municipios, a pesar de la excelente garantía que tenían en las transferencias del presupuesto nacional.

Como la tasa de captación de los bonos era alta (IPC + 8%), los préstamos a los municipios resultaron costosos (IPC + 11%). Entonces el Ministerio de Vivienda decidió ayudar a los municipios, en muchos de los cuales se robaron la plata, pero eso es otro problema, y se inventó un mecanismo para reemplazarlos, en el decreto 1300 de 2014.

En el nuevo esquema, una entidad pública, Findeter, constituyó un nuevo fideicomiso que sustituyó el PAEP y recompró los bonos con plata que le prestaron 6 bancos comerciales a una tasa mucho más baja, y así le pudo bajar la tasa a la mayoría de los municipios.

Lo ingenioso fue que los bancos pudieron prestarle al nuevo fideicomiso de Findeter a una tasa mucho más baja que la de los bonos, porque lo hicieron con recursos que les dio el mismo Findeter a una tasa subsidiada del IPC + 0,5%. Entonces, ¿quién ganó y quién perdió?

Ganaron los 100 municipios pequeños a quienes se les redujo la tasa de interés a IPC + 7. No ganaron los 17 municipios grandes a los que se les mantuvo una tasa similar a la anterior.

Los grandes ganadores fueron los bancos comerciales, a quienes les entregaron gratis un negocio de créditos por $490.000 millones durante quince años, sin invertir un peso en su estructuración. El regalo fue aún más generoso porque el margen de intermediación entre el costo de lo prestado por Findeter y la tasa de los préstamos resultó de 6,5%, mucho mayor que el que se ganaba el PAEP.

En contrapartida perdieron los dueños del PAEP, quienes se quedaron sin el negocio en el que esperaban ganar un margen de 3% durante 19 años y solo lo obtuvieron durante 4 años, con lo que apenas recuperaron lo invertido en diseñar y montar el mecanismo.
Perdió el presupuesto nacional, pues el mismo decreto 1300 estableció que debería dar recursos a Findeter para que pudiera redescontar a los bancos recursos a 15 años, a una tasa subsidiada.

Si se quería aliviar la situación de los municipios, ¿por qué Findeter no prestó directamente los recursos al Fideicomiso, sin necesidad de intermediarios, para que los prestamos se hubieran podido hacer al IPC + 0,5%? Según el decreto 1300, hubiera podido hacerlo.

*Economista
 

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