Columna


Después del Sí

MAURICIO CABRERA GALVIS

02 de octubre de 2016 12:00 AM

Escribo esta columna un día antes del plebiscito por la paz con incertidumbre por el resultado del trascendental voto, pero confiado en que la gran mayoría dirá Sí a la esperanza de un futuro menos violento y no hará caso a los cantos de sirena de los partidarios del No, ni creerán las mentiras con que pretenden engañar y asustar.

La campaña ha sido dura y generó una profunda división en el país, pero lo más grave es que será aún peor, incluso si la victoria del Sí fuera de dos a uno como dicen las encuestas: la polarización se agudizará y, contrario a las reglas de juego de la democracia, conseguir el apoyo mayoritario puede implicar que el gobierno pierda gobernabilidad y le quede más difícil implementar las reformas del posconflicto.

No aceptarán su derrota los dos ex presidentes del oso mundial de querer sabotear el gran apoyo internacional a la firma del acuerdo de paz en Cartagena. En una posición antidemocrática, ya califican de fraude el resultado del plebiscito; pero solo si gana el Sí, porque si por desgracia el No fuera mayoría dirán que es la soberana voluntad popular, que debe ser acatada.

Segundo, porque ante no poder impedir el fin de las negociaciones de La Habana y la frustración porque se pactara el fin de la guerra con las Farc, este será el caballito de batalla del expresidente mentiroso y el centro de la campaña presidencial que ya empezó, y en todos los problemas y males del país se le atribuirán al acuerdo.

Si suben los impuestos, no es por tapar el hueco de la caída de los precios del petróleo, sino por firmar el acuerdo. Si hay más robos de celulares, más fleteo y delincuencia urbana, es por las concesiones a la guerrilla. Si Nicaragua insiste en quitarnos a San Andrés y Venezuela vuelve a cerrar la frontera, es por aceptar a este último país en las negociaciones.

Si Banrepública vuelve a subir las tasas de interés, si se acelera la inflación, si el dólar sube o baja, si crece el desempleo, si caen las exportaciones, si se incrementa el déficit externo, todo será culpa del acuerdo. Como en el viejo chiste, hasta los terremotos serán causados por Telúrico y sus secuaces de La Habana. La mejor forma de contrarrestar la andanada de desinformación y críticas malintencionadas, que serán un virus en las redes sociales, es acelerando la implementación de los compromisos del gobierno y exigiendo a la guerrilla cumplir los suyos, pero sobre todo avanzando en un campo no incluido en el acuerdo: la lucha frontal contra la corrupción, la mayor causa del desprestigio de las instituciones.

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ADENDA: Gabriel Izquierdo, sacerdote jesuita, asumió el compromiso cristiano de estar siempre del lado de los pobres, además de ser permanente defensor de los derechos humanos e incansable luchador por la paz, pero no alcanzó a ver la tierra prometida y murió horas antes de la firma del acuerdo. Sentido adiós al maestro y amigo.

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