Columna


“Destripando” a Kundera

GERMÁN DANILO HERNÁNDEZ

22 de agosto de 2017 12:00 AM

La obra del  escritor checo, Milán Kundera  (1929) ha sido merecedora de múltiples reconocimientos en el mundo. Su fama y prestigio lo hacen referente universal en la literatura, inclusive se le considera   candidato eterno al premio Nobel. No obstante su última novela pareciera ser un “pasaporte a su propia insignificancia”.

“La insoportable levedad del ser”, considerada su obra maestra, fue leída por millones de personas, llevada al cine, comentada en círculos académicos, literarios e inclusive  su lectura sirvió a  jovencitas aspirantes a concursos de belleza para  argumentar estatura intelectual. Casi tres décadas después el mismo autor despierta comentarios que van desde el respeto reverencial por lo que fue, hasta la descarnada descalificación de quienes consideran  su última novela como “mediocre”.

“La fiesta de la insignificancia” llegó a Hispanoamérica después de haber sido publicada en Francia e Italia, donde paradójicamente fue consentida por la crítica especializada, hasta el punto  que el influyente diario Le Monde la calificó como una “fiesta de la inteligencia”, y Le Figaro exclamó: “¡Qué libro! ¡Qué prosa llena de dobles sentidos, capaz de provocar que al lector se le haga un nudo en la garganta, al tiempo que estalla en carcajadas!”. Comentarios que incidieron en las ventas en este lado del charco.

Motivados por ese marketing literario, los integrantes del taller de lectura al que asisto,  volvimos desprevenidamente a Kundera, pero los resultados fueron desastrosos. Confieso que fui de los más indulgentes, interpretando que sin ser un buen libro, resultaba voluntariamente superficial, como una forma del autor de privilegiar la insignificancia como su argumento central. Dije que las duras críticas que estaba generando, arreciaban por no perdonársele errores a los grandes.

No obstante fui derrotado en la tímida defensa. Los miembros del taller “destriparon” con argumentos irrebatibles la novelita, y el “palo” que recibió Kundera, fue  implacable. Angélica Villalba, una de las curtidas lectoras del grupo y booktuber, resumió así su crítica: “Es un libro malo, doblemente malo por haberlo escrito Kundera. Si bien habla sobre lo insignificante que puede ser la vida, Kundera maltrata a sus lectores con una narración que entra por un oído y sale por el otro. Pareciera que cumplió en un par de horas con el compromiso editorial de acabar su obra. Además de un par de datos medianamente históricos y dos frases tipo tarjeta Wallmart, no se rescata nada para la memoria de un buen lector”.

No logro resolver varias preguntas: ¿Qué lleva a un buen escritor a dilapidar su prestigio con sus propias manos? ¿Se trata de un suicidio literario premeditado?; ¿o tal vez  el autor busca demostrar que la  insoportable levedad del ser permite pasar de la grandeza a la insignificancia?


 

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