Comienzo por decir que sólo somos parientes lejanos. Al nuevo alcalde de Cartagena lo conocí desde niño cuando jugaba con mis hijos en el Edificio Las Gaviotas. Esto significa que hay una nueva generación que ha llegado al poder local de esta sufrida urbe que ha tenido mala suerte con los alcaldes elegidos y no elegidos.
Hay gran esperanza con el alcalde que elegimos los cartageneros con casi 100 mil votos. En su posesión lo vimos y sentimos con emoción por las contundentes, vigorosas y sensibles palabras de su discurso. Recordó con ternura a su abuela Ana María y bajo su égida y ejemplo pensó desde niño que algún día podría inspirarse con ella, como en efecto fue y será en el desarrollo de su gobierno.
Su voluntad de trabajo por la ciudad quedó expresada en sus palabras y los retos son grandes. Por ejemplo el Sistema de Transporte Masivo de Cartagena – que fue el primero que se inició en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez – y todavía es la hora que no ha entrado en servicio, por lo que se comprometió a que en catorce meses estaría terminado y en operación.
La ciudad entera, los gremios, las autoridades militares debemos apoyarlo en sus labores de manejar esta ciudad tan compleja. Él ha dicho que gobernará prácticamente en la calle y estará – como se dice coloquialmente – volcado a las calles para resolver los inmensos problemas de la ciudad, comenzando por atenuar los altos niveles de pobreza y miseria que tenemos cercanos al 40% de la población.
En otros tiempos la ciudad era un remanso de paz y ésta era la característica que la diferenciaba de otras capitales de Colombia. Recuerdo que hace 30 o 40 años cuando había un crimen esto era noticia y tema de la prensa por mucho tiempo. Hoy los muertos por la violencia de pandillas juveniles y de bandas criminales extorsionistas son varios por cada día que pasa. De modo que – de la mano y con el apoyo incondicional de las autoridades militares y de policía – es importante reducir los índices de violencia en la ciudad.
Los problemas de seguridad no son solo con el orden policial, sino también inculcándole valores, cultura y virtudes a la gente a través de actividades culturales que enaltezcan las almas de las gentes para que se apacigüen las bajas pasiones y se atenúe la violencia que hay en los barrios de la ciudad.
Educar a la gente con pedagogía, enseñando a comportarse como verdaderos ciudadanos comprometidos con la ciudad, que todos pongamos de nuestra parte para no botar basuras en las calles y por el contrario recoger las que arrojen las personas que no tienen espíritu cívico independiente de ser una obligación de las autoridades hacerlo.
En todo caso el joven Dionisio Vélez Trujillo cuenta desde ya con el apoyo de la gran mayoría de la gente y creemos que va a desarrollar una magnífica labor.
*Abogado, escritor, profesor U. de C.
rivelpa@yahoo.com
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