Columna


Diputado Serra y paramilicia venezolana

PILÍN LEÓN

30 de octubre de 2014 12:02 AM

Hace dos semanas quiero comentar acerca del vil asesinato del diputado del oficialismo venezolano, Robert Serra, no porque tenga investigaciones del caso, mayores de las ya escritas en diarios venezolanos, sino para comentar las acciones alrededor de este crimen.

Empezamos por el sincero repudio que el grupo amplio de la oposición venezolana hizo de este hecho, a lo que el flamante presidente de la Asamblea venezolana respondió, displicente, que no quieren condolencias de la oposición.

Pero no solo este gesto revela que de los oficialistas no hay ni un ápice de apertura al resto del país (hoy más de la mitad de la población califica muy mal al gobierno), sino que en una intervención el propio Maduro se quejó de no recibir señales de repudio de los opositores hacia el homicidio. El presidente no oye ni a los propios.

Pero grave también es violar el secreto sumarial, cuando Maduro declaró públicamente detalles que deberían estar reservados. No se respeta ninguna ley ya en el país.
Acusaciones van y vienen.

Desde hampa común, crimen pasional, hasta infiltración de la paramilicia colombiana, con nombres y todo del supuesto grupo que opera en el país. Se acusa libremente. Se dan cifras de capturados, que entre los mismos personeros del Gobierno, cambia según la necesidad de dramatismo. Son irresponsables.

A los muy pocos días, también se enfrentan cuerpos de seguridad y un “colectivo”, otro grupo armado amigo del Gobierno, de los más influyentes se creía, y según su líder, muerto luego en el enfrentamiento, enemigos de Diosdado y del recién destituido general Ministro del Interior.

Ahora vuelve la puerca al río, me dirán ustedes. Un grupo organizado, que se uniforma y está armado, con líneas de jerarquía entre sus miembros y no está adscrito a ningún cuerpo de seguridad del Estado, ¿qué es? Yo respondo: paramilitares, pero de los más criollitos venezolanos.

Resultado del enfrentamiento: la “destitución” negociada del General Rodríguez Torres, algunos movimientos de piezas en el Gobierno, los CICPC (policía del servicio de investigaciones) presos y los muertos en el enfrentamiento, entre ellos el líder del grupo, quien aparte de tener un sinnúmero de fotos con los altos jerarcas de la revolución, en poses muy amistosas, acusó he hizo responsable al propio Diosdado de “cualquier cosa” que le pudiera pasar.

Y esta semana, para remate, la niñera de Jaua, otro ministro del gabinete, es sorprendida a su arribo a Brasil armada y con municiones (en suficiente cantidad) y con documentos que se supone son un plan para acabar con la oposición nacional e internacional. Broche de oro.

@Pilinleon

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