Columna


Dividir el mundo en dos

MIGUEL YANCES PEÑA

17 de abril de 2017 12:00 AM

La primera acepción del verbo «seducir» en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es: “persuadir a alguien con argucias o halagos para algo, frecuentemente malo”. 

Quien seduce se apropia de la voluntad ajena hasta el punto que esta se deja manipular sin protestar por miedo a perder los halagos del seductor (regalos, adulación, entre otros); o a disgustarlo. La seducción es una “poderosísima y perversa” estrategia de dominación. Después de no dejarse pisotear, no dejarse manipular es la más importante condición de respeto a la dignidad humana. Y la norma ética que se deriva es: “los seres humanos no se deben manipular, ni con dinero, engaños, intimidación, ni seducción.” Son todas, formas perniciosas de adueñarse de la voluntad ajena; una especie de escopolamina psicológica.

Se suele asociar la palabra seducción al ámbito sexual, sinónimo del acto de enamorar, muy diferente a mi modo de ver, aunque muy sutil sea la diferencia. Enamorar significa más o menos “hacer que te quiera la persona que tú quieres, buscar reciprocidad”; mientras que seducir sería algo así como “hacer que te adoren sin que exista el sentimiento recíproco: algunas veces por simple vanidad”. Según Wikipedia, el término puede tener una connotación positiva o negativa, según se considere mayor o menor cantidad de engaño incluido en la acción. En el mundo hay verdaderos tahúres del engaño y la seducción; no solamente en política, donde es casi imperativo, también en las relaciones laborales, sociales y aun familiares. 

Algunos sinónimos de seducir son, según WordReference: “cautivar, embobar, enamorar, encandilar, fascinar, encantar, ilusionar, prendar, conquistar, entusiasmar, hechizar, halagar”. Su antónimo es “razonar”. Y aquí es donde podríamos dividir el mundo en dos. Quienes convencen mediante argumentos y razonamiento lógico, y sólo así modifican su actitud o su posición; y quienes seducen. Los primeros hacen uso preferencial del hemisferio izquierdo del cerebro; los segundos del derecho, según la neurociencia. El escenario predilecto de estos últimos es la televisión y la publicidad, que han convertido en verdaderas “máquinas de manipulación”.

No es casual, según este modo de ver el mundo, que en la política los vanidosos y seductores triunfen; ni que poco a poco vayan haciéndose aprobar leyes que le otorguen cada día más poder. Los hombres son cada vez menos, y junto a las mujeres racionales, minorías; mientras que, el otro grupo, que asume posiciones de pálpito y apasionadas crece. Se podría afirmar que ser racional, objetivo, franco, transparente, cualidades muy valoradas en el siglo de los descubrimientos, los inventos, y los avances científicos (XIX y XX), son hoy debilidades en la lucha por el poder político (la moda) en que priman las emociones y las pasiones sobre las razones.

*Ing. Electrónico, MBA

movilyances@gmail.com

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