Cartagena, como el bifronte Jano, tiene una cara hacia el pasado y otra hacia el porvenir. Una se solaza con su gloria pretérita, destacada por la hermosura de sus fortalezas y murallas y las bellas imágenes de sus calles coloniales que reflejan la hermosura de su hispanidad casi intacta. La otra cara mira hacia el futuro y visiona una ciudad con un aumento exponencial de turismo, puertos e industrias.
Aterrizando en el presente, es de admirar el crecimiento de sus puertos cuyas cifras impactan, al punto de que una noticia reciente dice que 70 % de las exportaciones de Colombia salen por Cartagena y que nuestro puerto es el cuarto en Latinoamérica, combinado con un exitoso sector turístico que cada día crece más y produce miles de empleos, y una industria pujante que crecerá aún más cuando Reficar entre en producción en el primer semestre del 2016. Todos estos hechos deberían ser motivo para estar satisfechos.
No obstante hay demasiados lunares, en movilidad, salud y en otros temas que hacen que muchos sintamos en ocasiones un divorcio entre el discurso y la realidad; no en vano su primer cronista fue Juan de Castellanos, que escribió su historia en verso (Elegías de Varones Ilustres de Indias. Pág. 695 y ss. Gerardo Rivas. Editor).
No obstante que la vida cotidiana está pletórica de problemas que nos incordian la vida, debemos tener fe en el brillante futuro de la ciudad, que no es una quimera, ya que algunos hechos comienzan a convertir la ilusión en una realidad. Unos versos de Goethe, citados por William Ospina, dicen sobre la felicidad: “No la busques en el pasado por medio de la añoranza, no la busques en el futuro por medio de la esperanza, porque la felicidad está siempre aquí, está en ti, eres tú quien no estás a su altura”.
En este momento la ciudad trata de ponerse a la altura en ciertos asuntos, como el sistema hospitalario. Pruebas al canto. El recién inaugurado hospital San Fernando, es un nosocomio de nivel III que solucionará gran parte de la problemática de salud del sector aledaño y el hospital Serena del Mar, cuya construcción se inició en enero de este año y cuya I etapa está prevista para el 2017, será de nivel IV. En él se harán los procedimientos diagnósticos y terapéuticos más avanzados.
En 2021, cuando se inaugure la II etapa, este hospital tendrá 409 camas. Estas dos noticias infunden optimismo cuando la ciudad pasa por una etapa de pesimismo atroz, porque a la vez que ayudarán a solucionar en parte el déficit de camas hospitalarias, convertirán a Cartagena, como fue hace 40 años, en un centro de referencia de alta tecnología en salud para la región Caribe. Ojalá el próximo alcalde esté a la altura de las circunstancias.
*Columnista
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