El debate sobre las grandes compras de tierra en los Llanos Orientales por empresas nacionales y extranjeras tiene el trasfondo de dos formas de producción agrícola, como si fueran excluyentes: la del pequeño propietario campesino y la de la explotación agroindustrial. Es equivocado porque son complementarias y se necesitan mutuamente, en particular en la Orinoquía.
Para consolidar la paz es requisito desarrollar con equidad al sector agrícola. Para lograrlo, hay dos grandes retos: disminuir la concentración en la propiedad de la tierra, y hacer rentable el sector rural. Entregar tierra a los pobres sin recursos ni tecnología, es inútil para este doble propósito.
Repartir baldíos en los Llanos es un fracaso histórico por faltar políticas estatales complementarias, y no ayudó a sacar a los campesinos de la pobreza y ha permitido consolidar grandes latifundios improductivos y el enriquecimiento de pocos con la valorización de sus tierras.
Repartir las grandes extensiones de la altillanura que aún son del Estado, o que fueron usurpadas, sí es la oportunidad para que millones de desplazados y víctimas tengan su propia tierra, y debe hacerse con presteza.
Acceder a la propiedad es solo uno de los obstáculos para que los campesinos tengan una vida digna. En los cultivos de esta zona el valor de la tierra solo es el 15% o 20% del total de las inversiones requeridas.
Para el desarrollo sostenible de la altillanura se requieren grandes inversiones, tecnologías apropiadas y procesos industriales que agreguen valor a los productos agrícolas. El Estado puede y debe proveer vías, comunicaciones, riego, asesoría técnica y financiación; pero no bastan, también se requieren inversión privada y gestión empresarial.
La agroindustria requiere extensiones de tierra mayores a las de una familia campesina, y las restricciones legales de hoy deben cambiar no solo para permitirla, sino para promoverla. Y para que las tierras de los campesinos no acaben en manos de los empresarios, faltan límites y condiciones.
El modelo es el del Magdalena Medio. Allí, en cultivos de palma de aceite empresarios privados se vinculan a pequeños productores, les dan asistencia técnica, les ayudan a financiarse y les reciben y comercializan el fruto. La empresa se beneficia porque el mayor volumen le da la eficiencia de las economías de escala.
La alternativa es promover formas asociativas. Esta debe ser una política estatal, pero también obligatoria para los empresarios privados que quieran adquirir mayores extensiones de tierra.
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ADENDA POSITIVA. Es una buena noticia que la Junta del Banco de la República siga comprando dólares, y que esté dispuesta a mantener la tasa de cambio por encima de $1.900. Ojalá lo hiciera sin anunciarlo y sería más efectiva.
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