Columna


Economía creativa, otra industria de Miami

RICARDO TROTTI

11 de marzo de 2017 12:00 AM

La noción de que Miami sobresale y atrae al mundo entero por lo más relevante de su ADN - industria turística, maquinaria del entretenimiento y lujosos proyectos inmobiliarios – es verdadera y en continuo auge.

Sin embargo, esa es la parte visible del témpano. Debajo de la superficie está creciendo otra industria, la de la creatividad, buscando catapultar a la adolescente Miami hacia la adultez de urbes como Nueva York, Los Ángeles y Boston.

No significa que Miami desdeña su industria hospitalaria, pero la aprovecha para abrazar otras disciplinas que le pueden aportar más desarrollo y progreso.
Un estudio de la Universidad Internacional de la Florida ensalza a la Clase Creativa -642 mil empleos o un 26% de la fuerza laboral del sur de la Florida– sector definido como el que aporta trabajo intelectual en áreas de la salud, ciencias, tecnología, leyes, educación, prensa, banca y finanzas.

El estudio compara a Miami con otras 52 ciudades de más de un millón de habitantes que albergan 42 millones de empleos de la clase creativa, a la que califica de motor clave del crecimiento y la prosperidad de una comunidad. En Miami el área de la salud aporta 154 mil empleos; banca y finanzas, 136 mil y educación, 118 mil empleos.

El informe centra la mayor debilidad en el sector tecnológico, donde se apuntan 46 mil empleos, lejos de otras ciudades como San Francisco, Boston y Nueva York que han sabido emular la fórmula inversionista-impositiva del Valle de Silicón.

Pero resalta los 43 mil empleos en deportes, artes y arquitectura. Recomienda a Miami mejorar sus ofertas en salud y educación, convirtiéndolas en disciplinas ‘for export’.
El informe apareció esta semana en un momento justo para mitigar controversias de la industria turística, la que no por ser exitosa, está en armonía.

El conflicto es entre la industria hotelera y los políticos contra Airbnb, el sistema de alquiler temporal que tiene a más de cinco mil vecinos anfitriones en Miami y Miami Beach y que en 2016, solo en Miami, hospedó a más de 140 mil turistas.

Miami va camino a imitar a Miami Beach. Propone multas de 20 mil dólares a los vecinos que alquilen sin permiso. Las autoridades argumentan que los alquileres temporales a turistas arruinan la vida en vecindarios y edificios, y con ello se reduce el precio de las propiedades y se encarecen los alquileres para los residentes estables.

Más allá del conflicto, lo positivo del informe universitario es que descubre ese otro Miami debajo de la superficie.

Es una introspección que deberían hacer todas las ciudades para saber cómo proyectarse hacia el futuro.

Ni a Miami ni a cualquiera otra urbe le es suficiente depender de una sola industria por más robusta que ella sea. Deben complementarla con la pujanza de la economía del conocimiento.

El informe centra la mayor debilidad en el sector tecnológico, donde se apuntan 46 mil empleos, lejos de otras ciudades como San Francisco, Boston y Nueva York que han sabido emular la fórmula inversionista-impositiva del Valle de Silicón. 

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