Columna


Eficiencia, equidad

RUDOLF HOMMES

06 de marzo de 2016 12:00 AM

Los expertos que elaboraron la propuesta de reforma tributaria proponen gravar los dividendos, aumentar la renta presuntiva de 3 por ciento a 4 por ciento y elevar el impuesto de ganancia ocasional o de capital. Esto último llama la atención pues reducir dicho impuesto a la tarifa vigente de 10 por ciento de la ganancia había logrado que los que venden activos ¡declaren esa ganancia! Esto se perderá al aumentar tarifas.

Vale la pena reflexionar sobre este cambio propuesto, porque lo que hay causó un cambio de comportamiento positivo. La gente prefiere ahora pagar el 10 por ciento de ganancia de capital que hacer maromas y trampas en el exterior. Otra razón para no cambiar esta tarifa es que, si se eleva la renta presuntiva a 4 por ciento del patrimonio líquido del año anterior, como proponen los expertos, la ganancia nominal de capital tiene que ser muy grande para dar frutos en términos reales. Por ejemplo, si un activo se vende después de 10 años a un precio con una ganancia de 156 por ciento del valor de adquisición (lo que implica una rentabilidad de 10 por ciento anual) y paga cada año impuesto sobre la renta presuntiva de ese activo e impuesto de ganancia ocasional al final, el inversionista puede no recuperar el valor presente de su inversión. El efecto combinado de la renta presuntiva y el impuesto a la ganancia de capital desestimula la inversión.

En el caso de inversiones en activos de renta fija, el régimen vigente grava solo la rentabilidad real, por encima de la inflación. Aumentar la renta presuntiva puede traer como consecuencia que se grave parte de la inflación, lo que causaría que los activos se desvaloricen porque no conservarían su capacidad adquisitiva. Como consecuencia, los emisores de estos valores tendrán que aumentar su rentabilidad, elevando el costo de capital para las empresas, la tasa de interés en la economía e induciendo pérdidas de capital de los tenedores de esos títulos. Para la clase media, aumentar la renta presuntiva es de gran impacto pues afecta negativamente los dos activos en los que generalmente invierten las familias de ingreso medio: títulos de renta fija y vivienda.    

El impuesto a los dividendos se había suprimido en los años 90 con la idea de propiciar la inversión en acciones de pequeños inversionistas y propició la de los grandes capitalistas. Los expertos recomiendan restablecerlo precisamente por esto último, y no hay duda de que ese impuesto afecta negativamente a los colombianos en el 1 y el 0,1 por ciento más elevados de la distribución del ingreso, pero contribuirá a aumentar el costo de capital de las empresas, quizá también a aumentar su endeudamiento y hará caer los precios de las acciones. Quizás hay maneras más eficientes de aumentar la tarifa efectiva de impuestos que pagan los colombianos más ricos sin efectos colaterales negativos.
 

 

 

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