Nunca será una pérdida de tiempo repetir que el Artículo 258 de La Constitución Nacional de Colombia establece que el voto es un derecho y un deber del ciudadano.
Es una necesidad repetirlo hasta que hombres y mujeres se concienticen que la ley de leyes otorga la potestad de señalar a quienes vayan a representarlos en cargos de elección popular. Pero ese derecho tiene que accionarse y asumirse, y es que así se consolida el deber; tiene que usarse bien ese derecho para que el empoderamiento que da la Democracia sea real y se diferencie de una dictadura donde la voluntad popular se anula y se silencia. Hay que aprovechar esta dádiva de los estados de derecho e incidir con el voto en el futuro de la patria. ¿Cómo? Eligiendo a quienes se comprometan a través de contratos de prestación ética, decía un hombre vociferante, a trabajar en serio por un mejor modo de vida, un progreso evidente en vías, educación, salud, erradicación de corruptela, disminución de pobreza con construcción de vivienda social, fomento del trabajo, no deserción escolar, disminución en índices de delincuencia. Es un grave error votar por un político que maneje su campaña como una tienda populista desde donde va a hacer regalos inmediatos para olvidarse de esas urgentes carencias del mañana. Un mercado serviría para una semana, al menos, y qué es lo que seguiría, habría que preguntarse; de dónde se volverá a obtener si no ofrecieron la oportunidad de acceder a oficios remunerados para asegurar que esa provisión no faltara en lo sucesivo. Pocos representantes a la Cámara gestionan obras útiles para sus regiones. Los cartageneros y bolivarenses cambiarán la costumbre de elegir a ciegas cuando se convenzan que el fracaso electoral será su propio fracaso. Es que nosotros como electores primarios somos quienes hacemos posible el encumbramiento de politiqueros corruptos. Más nadie.
Hay que repetir hasta la saciedad que el voto es un instrumento que la democracia concibió para que seamos los auténticos beneficiados de las obras de gobierno. Con la ausencia de votantes no habría gobernantes y todas estas reflexiones deben anidar en nuestras mentes ahora que se aproximan las elecciones para Senado y Cámara y muchos estarán tentados a repetir los errores que han limitado nuestro progreso como pueblo. Es imperativo hacer saber a los candidatos que las urnas son nuestras y que depositaremos en ellas libremente decisiones que señalen a aquellos que tengan en su pasado perfiles de líderes honrados e ideologías coherentes con las necesidades de la nación.
Se aproxima una nueva jornada electoral. Casualmente el 11 de marzo del 859, falleció el obispo español Eulogio de Córdoba, alguien que debiera recordarse antes de la jornada política porque "Tenía gracia para sacar a los hombres de su miseria y sublimarlos al reino de la luz".
GLENDA VERGARA ESTARITA
vergaraglenda@hotmail.com
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