Primero estuvo el mar, peces, corales, lagunas y sus manglares, reptiles, crustáceos y multiplicidad de aves. Los que llegaron vencieron y con crueldad impusieron tradición, dios y formas. Erradicaron árboles, indígenas y corales. En el poblamiento hubo buenas y malas prácticas: creatividad, excesos y aciertos. Ambición, defensa y religión perfilaron la Cartagena de hoy. Antropocentristas, sacrificaron parte del ecosistema y con deleite irrumpió lo colonial, lo republicano y lo moderno, se delineó el territorio y con sacrificio y sangre esclava se construyó nuestro patrimonio. Con precisión asombrosa mapas del siglo XVIII y XIX y fotos de principios del siglo XX, precisan las mutaciones del litoral, y vemos lo que queda y es deber proteger.
Por estar nuestro conjunto arquitectónico y monumental en la Bahía, el comité de Patrimonio Mundial valoró y pidió para ella la mayor protección. ¿Rellenándola lo hemos hecho? Ante la amenaza por el mayor del nivel medio del mar y el cambio climático, la importancia de las lagunas y el mar Caribe, el agua y su manejo tienen que ser un eje del Plan Especial de Manejo del Patrimonio. El otro, el cambio de mentalidad: el patrimonio se ofrece, pero no se vende sin aumentar caos y riesgo.
Hermano siamés del POT es ineludible que el PEMP reconozca proteger las lagunas de San Lázaro, Chambacú y El Cabrero, con sus relictos de manglar; que por fin sean valoradas como patrimonio natural y sirva para recuperarlas de agresiones y la amenaza que, entre otras, delinea una Quinta Avenida sin licencia. A algunos cuesta entender que lo ambiental es esencial, y es a su vez patrimonio natural y cultural.
Cartagena tiene valores históricos, estéticos y simbólicos pero también ambientales que la hacen única. El patrimonio natural es la base heredada que ofrece territorio, bienes y servicios a preservar, porque soporta y cobija el patrimonio material e inmaterial y viabiliza el desarrollo social, la investigación, la recreación y los servicios ecosistémicos.
La Constitución obliga al Estado y los ciudadanos a proteger las riquezas naturales y culturales (art 8), y el PEMP próximo cobija en la zona afectada los cuerpos de agua. La zona de influencia, es mi propuesta, debe incluir toda la laguna del Cabrero y el caño de Bazurto hasta la ciénaga de las Quintas.
Pocas ciudades en el mundo tienen la riqueza ambiental de navegar lagunas bordeando murallas y desde el verdor del paisaje deleitarse con sus 60 especies de aves, sus amaneceres, puestas de sol y arreboles. Es inadmisible que en nuestras narices, en Torices, siga la inhumana invasión de La Unión y el riesgoso cierre de la conexión entre la laguna del Cabrero y el caño de Juan Angola.
A escasa distancia de la riqueza patrimonial, con las orillas deforestadas, el relleno y el robo de lo público, ¿de qué vale planificar si no lo hacemos respetar?
http://pempcartagena.com/dimensión-ambiental/
*Abogado ambientalista y comunicador.
rvergaran@yahoo.com
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