Columna


El asno de Buridán

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

01 de febrero de 2015 12:01 AM

Según el editorial de El Tiempo del 18 de enero, las conversaciones de paz de La Habana entre el Gobierno y las Farc están en la etapa final y tratarán sobre entregar las armas, las víctimas, verificar lo pactado, amnistía y participación en política de los insurgentes entre otros temas complejos. Esta etapa crucial, en caso de culminar bien, sería el fin de la guerra interna que desgastó al país en los últimos 50 años.

Después de miles de muertos, al Estado y a la insurgencia no les ha quedado otra opción que ceder en algunos puntos. Aunque soy medianamente optimista en cuanto al éxito de las conversaciones de La Habana, debe persistirse en esta vía, pues el otro camino que predican algunos sectores de izquierda y de derecha, que siguen con la ilusión de refundar el Estado los unos, creyendo aún en la fracasada utopía comunista y los otros con la ilusión de que este país sea un paraíso del neoliberalismo, es peor que un crimen, un error, como reza una frase atribuida a Fouché.

La paz se debe hacer con el diálogo porque el Estado ha sido incapaz de doblegar a las Farc y la única vía que queda es esa, con la ilusión de que estas se desmovilicen a cambio de una amnistía y de algunas reformas políticas. En cuanto a lo primero, es útil recordar que en nuestro país, mediante conversaciones, se hizo la paz con el M-19, Quintín Lame y EPL y que en la “Guerra de los Mil Días”, después de más del 100.000 muertos, se firmó la paz y hubo amnistía.

En Salvador y en Sudáfrica, después de sus espantosas guerras civiles, las partes en conflicto se perdonaron y los españoles firmaron en 1977 el pacto de la  Moncloa, mediante el cual se perdonaron unos a otros los horrorosos crímenes de la Guerra Civil de 1936-1939. Este es, según algunos expertos, el primer paso pues amnistía viene de amnestia que significa olvido, ya que rumiar rencores es un obstáculo para culminar con éxito un proceso de paz.

El otro aspecto es el de las reformas políticas y económicas que hay que hacer, según la insurgencia, para seguir adelante en el  trámite del proceso de paz. Este tema es delicado, la prueba es que en la edición de El Tiempo del 25 de enero hay variadas opiniones. En mi concepto estas deberían ser evaluadas muy bien por juristas, politólogos y economistas, para que no sea peor el remedio que la enfermedad.   

Ojalá esta vez se logre una paz digna con la Farc, con las que desde 1982 se han intentado cinco procesos de paz, de los cuales cuatro han sido fallidos por una muchedumbre de circunstancias, pues lo otro, que es vivir otros 50 años más de guerra, titubeando entre una paz posible y una paz ideal, recuerda la paradoja del asno de Buridán, que por vacilar entre un fardo de avena y un cubo de agua, murió de hambre.

*Columnista

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

menrodster@gmail.com

 

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