Columna


El cambio climático

JORGE MENDOZA DIAGO

14 de noviembre de 2015 12:00 AM

Miami Beach, en el condado de Dade, en la Florida, invierte 400 millones de dólares para contener la subida del nivel del mar con ocasión del calentamiento global. Pese a que ha sido una medida de la administración local un poco a espaldas del condado y de su departamento ambiental, y desde luego del gobierno federal, en general hay confianza de que será efectiva. Lo que ocurre con Miami Beach como ciudad norteamericana más expuesta a la amenaza es lo mismo que sucede con Cartagena, con el mayor riesgo que ya nadie duda será una realidad, al menos en el Caribe colombiano. Los fenómenos físicos, las altitudes y la exposición son muy similares en las dos ciudades. Todas las autoridades norteamericanas hoy son conscientes de la situación y por ello el afán de remediarla.

El problema tiene aristas ambientales, sociales y económicas. Mal contadas, el sector turístico de Cartagena tiene unas 6.000 unidades inmobiliarias entre viviendas, locales comerciales y de otros tipos y si a cada unidad le calculamos un valor conservador de $500.000.000, más centros hospitalarios, más clubes sociales y demás, fácilmente son 4 billones de pesos en riesgo de perderse o al menos desvalorizarse mucho en los próximos 15 años, es decir unas tres veces el presupuesto anual del Distrito.

Frente a la catástrofe que los expertos del mundo catalogan de inevitable, el Estado será patrimonialmente responsable y como tal deberá compensar a todos los particulares propietarios de inmuebles, compensación que abarcará el valor intrínseco de los bienes y los daños emergentes, secuelas sociales, costas judiciales y un sinnúmero de conceptos que se colgarán, como adaptar los servicios públicos domiciliarios que se afectarán con efectos para toda la ciudad y en los que hay abogados demandantes expertos, con lo cual los perjuicios fácilmente superarán los 10 billones de pesos.

Esto es más válido porque el Distrito expidió numerosas licencias de construcción a través de los curadores, con pleno conocimiento de esta amenaza latente. Esto de alguna manera se parece al desastre anunciado de Armero o a la caída de la corraleja en Sincelejo.

Suponiendo una inversión similar a la de Miami Beach, de un billón doscientos mil millones de pesos, con sistemas de bombeo, subida de niveles de calles y muros protectores que garanticen la solución, es una solución costo eficiente de 1 a 8, en la cual la Nación debe aportar en una forma similar al aporte al metro de Medellín, que dio pie para que el esquema siguiera con todos los sistemas de transporte masivo del país. Es inaplazable.

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