Columna


El Caribe continental

JAIME BONET

26 de julio de 2015 12:00 AM


Al viajar por el Caribe continental se cruzan territorios que dejan la sensación de que el tiempo no pasara. Son municipios que crecen en población pero que lucen cada vez más caóticos, donde el progreso, si se puede llamar así, se mide por la cantidad de motocicletas y la mayor informalidad en las actividades económicas. Tenemos en la región un desarrollo dual: unas capitales con un avance relativo rodeadas por municipalidades rezagadas.

Un primer elemento que le permite a un viajero saber que se acerca a un pueblo costeño son los basureros a lado y lado de la carretera. Luego aparecen una gran cantidad de vendedores ambulantes que invaden la vía para ofrecer distintos productos, en algunos casos hasta animales en vía de extinción. A esto se le agregan las múltiples versiones de transporte público: mototaxi y bicitaxi son las más frecuentes.

Todo esto se ve a lo largo de la carretera nacional que se convierte en muchos casos en la única vía asfaltada en la cual el pueblo se va extendiendo. En algunos casos hay nuevas calles pavimentadas que el gobernante local muestra como su gran obra, como si el desarrollo se midiera por metros de cemento invertido.

Este rezago en las poblaciones del Caribe continental está, en parte, asociado al atraso de su sector agropecuario. Los municipios con algún tipo de progreso son, en general, resultado de explotaciones mineras en su territorio. Aquellos en los que sus economías continúan dependiendo de la agricultura y ganadería, parece que se hubiesen quedado en el pasado. La infraestructura puede ser la misma de hace medio siglo pero con el deterioro del tiempo y la evidente falta de mantenimiento.

En muchos de estos territorios se vivió algún tipo de bonanza exportadora en los siglos XIX y XX. Algodón, tabaco, caña de azúcar, banano y ganado fueron algunos de los productos que permitieron algún progreso económico en la región. Desde hace un par de décadas, no hay fenómenos exportadores y el agro del Caribe es de baja productividad y poca generación de valor agregado. Esto, por supuesto, repercute en el estancamiento de esas poblaciones y en la alta informalidad en sus economías.

Adicionalmente, carecen de un recurso humano calificado. El que se forma, por lo general, se queda en las grandes ciudades donde consigue mayores oportunidades de trabajo. El sector público tiende a ser el mayor empleador y su administración es ocupada por grupos que no necesariamente tienen la mejor visión. Revertir esta tendencia a través de una mejor intervención del sector público municipal, departamental y nacional es clave hacía el futuro.


mbrunnun@banrep.gov.co
 

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