Columna


El ciudadano de Cartagena

LIDIA CORCIONE CRESCINI

01 de diciembre de 2015 12:00 AM

Cuando despierto cada mañana, miro hacia el reflejo de cada instante. Me convenzo cada vez más de que la ciudad tiene que ser compatible con todos sus habitantes porque es la casa que conoce de nuestras necesidades físicas, de nuestra alegría o melancolía, de la oportunidad o el fracaso, el triunfo o la derrota y por ello convoco a cada ciudadano a ser parte de su decoro y progreso.

Durante décadas la ciudad ha sido azotada por administraciones que buscan solo su beneficio, olvidando que la corrupción y el mal manejo del erario son un efecto dominó que repercute en cada persona como una enfermedad terminal. Las voces y quejidos inconformes no se llegan a entender, ruedan por abismos de mentiras y silencios. Nos quejamos, ensuciamos, nos abstenemos de votar, vendemos el voto, hay indiferencia y al final dejamos que otros marquen nuestros destinos.

Elegimos gobernantes sin analizar las necesidades de nuestra casa y apoyamos a aquellos que poco les importa si las cosas marchan o no. El estrepitoso sol invade el panorama, las calles ásperas como el fuego ven pasar el caos y el desorden, es como una venganza de horizontes fracturados por la desazón y desesperanza. Tenemos que acabar con este lastre, ya es hora de poner de nuestra parte y empezar a colaborar con lo que es nuestro. Cartagena merece ciudadanos comprometidos, sin excepción, para ponerle orden, limpieza y dejar de contaminarla en todos los aspectos.

Cada uno puede hacer algo por ella, es muy fácil vivir quejándonos, pero más sencillo es empezar desde nuestra conciencia ciudadana a aportar cada uno en ese compromiso interior, para evitar seguir hundiéndonos en el desorden y el fastidio de todo lo que nos entorpece el desarrollo. Medellín, Bucaramanga y Bogotá, más grandes, pudieron arrancar los transportes masivos y nosotros, en una ciudad fantástica, mítica y apoteósica, no hemos podido en 10 años darle vía libre a Transcaribe.

No entiendo la sarta de críticas al alcalde Dionisio Vélez, si en tan poco tiempo ha hecho muchísimo más por la ciudad que muchos de los que la han administrado y ahora que por fin quiere dejarnos funcionando el atorado Transcaribe, se lo quieren comer vivo. Sí, es muy cierto, la ciudad está peor en movilidad que nunca, un desastre. La chatarrización debe arrancar.

Tenemos espíritu de pancartistas, de quemar llantas, de vándalos y belicosos, pero se nos olvida el mejor aporte que cada uno puede darle a la ciudad: conciencia ciudadana y esa es la que nos falta.

LIDIA CORCIONE
licorcione@gmail.com

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