Columna


El compromiso con los pobres

DANILO CONTRERAS GUZMÁN

28 de junio de 2017 12:00 AM

Hay distintas ideas que triste o providencialmente se apoderan de nuestras mentes. Un amor o tal vez, de forma más prosaica, las deudas con el banco son ejemplos. A menudo son preocupaciones pasajeras, pero a veces son inquietudes perdurables.

Ciertas lecturas me han conminado a entender que la democracia que entendemos equivocadamente como un presupuesto político consumado, no es más que una excepción en la fatigada historia de la civilización.

En otra nota resaltaba que luego del siglo de Pericles que vio germinar el gobierno del pueblo en el esplendor del ágora ateniense hace 25 siglos, la democracia se sumió en la oscuridad de tiranías de diversa ralea, hasta que en el siglo 18 es rescatada por los filósofos de la ilustración. Habermas, hablando de la revolución francesa como paradigma del renacimiento democrático, afirma: “la confianza en el discurso racional como instancia con la cual y ante la cual debe legitimarse toda dominación política: todos éstos son rasgos específicamente modernos”. Luego, el fundamento de la democracia es la deliberación racional.

En medio del decadente y mezquino debate que signa la democracia en Cartagena es justo resaltar el brillante aporte de los sucesivos estudios de Adolfo Meisel y Jhorland Ayala sobre la pobreza. Nota aparte merece el joven cartagenero que con soltura resumió los hallazgos de las investigaciones hace unos días en un foro organizado por El Universal.

Sin duda la oprobiosa pobreza que padecen tantos cartageneros mueve el espíritu adormecido de nuestro “noble rincón” amurallado. Eso se percibía en un auditorio inquieto que Don Juan Gossaín se esforzaba por controlar con verbo ameno; al punto que por momentos le vi al borde de botar la piedra ante la indisciplina de los asistentes que desesperaban por aportar sus impresiones ante a las patéticas cifras que no repetiré.

Allí pude corroborar que la administración, infortunadamente, carece de norte para superar la pobreza. Tan cierto esto, que un funcionario de reconocimiento y respeto como Napoleón De La Rosa, sostuvo que eso de la inequidad y la pobreza en Cartagena podría matizarse puesto que según su opinión, contraevidente, lo que había pasado en la ciudad era que tanto ricos como marginados se empobrecieron durante la última época.

El funcionario dejó de escuchar entonces, que el informe expuesto por Ayala puntualizó que “En 2016, Cartagena fue la tercera ciudad con mayor incidencia de la pobreza monetaria en Colombia, situación que contrasta con el dinamismo de sus principales sectores económicos como la industria, el turismo, la construcción y la actividad portuaria”. Esto es, la riqueza se concentró en muy pocos. No oí del funcionario una sola reivindicación de un programa oficial que ataque con seriedad a la pobreza, lo que permite concluir que el cuatrienio es perdido en reducir la marginación.

 

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