Columna


El conflicto en el transporte público

EDUARDO DURÁN GÓMEZ

22 de febrero de 2016 12:00 AM

Las protestas que los ciudadanos acostumbran protagonizar para hacer sentir su rencor frente a las deficiencias del trasporte público urbano, muchas de ellas con graves daños materiales que lamentar y aún con lesiones en personas que se ven involucradas en medio de esos desordenes, no es otra cosa que el crecimiento de un problema, atorado por el incremento de usuarios, por la falta de cubrimiento de rutas, por la ineficiencia frente a la demanda, por los atascos de las calles, por el crecimiento desbordado de vehículos rodando, y por la carencia de alternativas para la movilización.

El crecimiento de las grandes ciudades en Colombia en los últimos años, ha estado muy por encima de las expectativas y las soluciones dadas, fundamentalmente podemos decir que los sistemas articulados no han estado acordes con la magnitud de la demanda, lo que ha hecho que colapsen al no responder de manera efectiva a la expectativa de una rápida y cómoda movilización.

Sin duda se requieren vías nuevas y nuevos sistemas de transporte tal como lo han hecho en Medellín, en donde además del llamado Transmilenio, tienen también el Metro, el tranvía y el cable.

Pero a todo esto, las ciudades tienen que avanzar en sistemas pedagógicos, para que los habitantes se acostumbren a vivir cerca de donde tienen sus actividades. No es posible que para tener que acudir al trabajo o al colegio, las gentes tengan que someterse a atravesar las ciudades, en medio de un desperdicio monumental del tiempo y generando un deterioro de la calidad de vida, derivado del trauma que significa el someterse diariamente a un sistema de transporte público ineficiente.

Además es necesario pensar en otras alternativas de manejo del tiempo, como el trabajo desde el hogar, como la utilización de horarios diferenciales en las grandes empresas, de tal manera que unos entren más temprano y otros que entran más tarde, tengan también su hora de salida posterior, y pensar incluso en la implantación de la jornada continua, para ahorrar uno de los desplazamientos.

También en reversibles para evacuación rápida, en la estimulación de la bicicleta, y aún también, en la posibilidad de que muchos, aquellos que no tienen distancias considerables, tengan sus desplazamientos a pie.

En muchos países desarrollados todas estas alternativas se dan y funcionan con apreciable éxito, es cuestión de eliminar prejuicios y de estimular estas nuevas alternativas.    

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