Nathanael, el sexto de los apóstoles, también llamado Bartolomé, predicó desde el Cáucaso hasta la India. Se le atribuyen milagros, expulsar demonios de los templos y varios exorcismos. Dicen que su mayor logro fue liberar del diablo a la hija del Rey Armenio. Pero tal éxito fue su fin. Los sacerdotes paganos, sintiéndose desplazados, intrigaron contra Bartolomé ante el hermano del rey quien lo conminó a renunciar a su Dios o moriría.
El 24 de agosto, al seguir en su fe, fue crucificado y luego desollado vivo. Por ello hoy se celebra su día. Decenas de pinturas y esculturas lo muestran, sin piel, con el diablo dominado y amarrado a sus pies. En la Capilla Sixtina, Miguel Ángel pintó magistralmente a San Bartolomé y en sus manos puso la piel del santo y en ella, cual lienzo, el artista hizo un autorretrato.
Después de tres guerras de religión entre católicos y hugonotes (cristianos protestantes) se pactó la paz. Aunque lo ocurrido motivó novelas y verdades encontradas, parece que, con intrigas, la reina madre Catalina de Médici y el rey Carlos IX programaron la boda de su hija y hermana, Margarita de Valois, con Enrique de Navarra (protestante) para el 18 de agosto de 1572.
Todo fue premeditado: la boda obligaría a viajar a París (dominada por católicos) a miles de hugonotes; el 22 de agosto urdieron un frustrado atentado contra uno de los principales hugonotes, el almirante Gaspar de Coligny; el 24 de agosto Paris era un hervidero por el fallido homicidio contra el almirante; el irresoluto rey Carlos, manipulado por su madre, ordenó cerrar todas las puertas de la ciudad y, luego del toque de arrebato en la iglesia de San Germán, expulsó del Louvre a los nobles protestantes e inició la masacre en las calles.
La carnicería se extendió a otras ciudades y duró varios días. Hubo más de 2.000 muertos en París y cerca de 10.000 en toda Francia. Aunque muchos católicos salvaron protestantes en sus casas, el papa y el rey Felipe II de España demostraron en público su apoyo a la masacre. El genocidio de la noche de San Bartolomé causó la cuarta guerra religiosa. Pasaron más de 25 años para que el Edicto de Nantes concediera una relativa libertad de culto y tolerancia religiosa.
Tolerancia que aún hoy no logramos: segregación a árabes; genocidios a judíos; miles de cristianos perseguidos en Asia y África; prohibiciones de vestimentas en oriente y occidente; terrorismo camuflado tras dudosos preceptos religiosos. Todo indica que hoy, día de San Bartolomé, el diablo anda suelto y haciendo hostias. Aunque no hay argumento que justifique la muerte de un ser humano, luego de tantos años es absurdo y vergonzoso que se sigan matando por razones religiosas cuando, quitándoles la piel, los dioses son iguales.
Profesor Universidad de Cartagena
crdc2001@gmail.com
Comentarios ()