Cuando miro en el comunicado de ABACO (Asociación Bancos de Alimentos de Colombia), los resultados del primer Alimentatón Nacional, del día mundial de la alimentación, se me llena el corazón de felicidad al ver la generosidad de los colombianos.
Imagínense 555.000 kilos de alimentos, con valor de 2.432 millones de pesos, con 1.554 donantes que entregaron los productos, con 778 voluntarios que donaron su tiempo.
Además, hubo 123 celebridades que se vincularon activamente y 36 medios publicaron 141 noticias sobre el Alimentaton, y el resultado final es que vamos a mejorar las condiciones nutricionales de 581.000 personas en situación de vulnerabilidad. Son casi seiscientos mil individuos, que es un número equivalente a los habitantes de una ciudad media de Colombia.
Es un número enorme de bocas pero, porque siempre hay un pero, cuando reviso los números del hambre en nuestra realidad colombiana, hoy, el corazón se me baja hasta las medias. Todo este esfuerzo, el de ustedes, de los arzobispos, de los voluntarios y de los párrocos, es menos del 9 por ciento de la solución del problema del hambre en Colombia. 6 millones de colombianos están en emergencia alimenticia.
Es por eso por lo que la guerra al hambre tiene que ser metódica y continua, y por eso hay que pensar siempre en nuevas armas para quitarnos de la cara esta vergüenza.
Cartagena no puede soportar ese oprobio, no podemos ser de la más bellas ciudades de Colombia, la de la gran escena cultural, la de los matrimonios reales de los millonarios de Forbes, la de los festivales y grandes convenciones, y a la vez esconder a más de 60 mil personas que se están muriendo literalmente de hambre, y ni quiero calcular la cantidad de niños que están padeciendo esta emergencia . Entonces, con mi general de cinco soles, el “Indio” Rodríguez, vamos a crear el Día sin hambre. Ahora en diciembre vamos a organizar unos almuerzos multitudinarios en los barrios mas vulnerables de la ciudad: Nelson Mandela, El Pozón, Arroz Barato, Olaya Herrera, en la Circunvalar. Con la ayuda de la Asociación de restaurantes, vamos a montar unos almuerzos con música, juegos y regalos de Navidad.
Ya saben, el Día sin hambre debería ser todos los días, pero si logramos hacer uno al mes, el problema comienza a entrar en nuestros imaginarios y aprendemos a compartir, a donar, a no desperdiciar, a mirar atrás al que se come las conchas de habas, como dice la parábola del que se quejaba de tener solo habas y no se dio cuenta que atrás venía un hombre como él, que se comía las vainas vacías.
“Cartagena no puede soportar ese oprobio, ...esconder a más de 60 mil personas que se están muriendo literalmente de hambre (...)”
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