Columna


El enfoque pragmático

MIGUEL YANCES PEÑA

26 de agosto de 2013 12:00 AM

Se asume, y así es en la generalidad, que las empresas administradas por el Estado (es decir por los políticos) ni cumplen a cabalidad con la función social, ni generan utilidades: son al contrario una carga para el fisco (hay escasísimas excepciones). De ahí que se tome como un paradigma el tema de las privatizaciones.

El caso de Isagén es diferente, a pesar de ser Estatal en un 57.6% cumple su función social, crece, produce utilidades y paga impuestos.

En el 2012 logró 460 mil millones de pesos en utilidades. En el primer trimestre de este año presentó, respecto al mismo período del año anterior, un incremento del 17% en los ingresos operacionales, y del 10% en las utilidades. Su capacidad, una vez entre en operación Hidrosogamoso (ya avanzada en un 75%), pasará de 2.2 a 3.0 GW de potencia (un 20% del total nacional); sus ventas en la bolsa de energía pasarán del 16.5 al 22.5%, y su participación en el mercado no regulado, es del 21.4%.

Privatizar sólo tiene sentido si se gana, primero que todo en el cumplimiento de la función social; y segundo, en los ingresos que se reciben en forma de dividendos e impuestos.

Nadie medianamente inteligente vende un activo productivo para volverlo gasto.

Otra razón para vender podría ser la falta de liquidez y la imposibilidad de endeudarse. El gobierno ha anunciado que la venta de Isagén será para invertir en infraestructura vial (requiere 4.6 billones), y aquí surgen las preguntas: ¿no sería mejor endeudarse; y/o concesionar la construcción de las vías nacionales, antes que vender una empresa que crece y produce utilidades?

La energía eléctrica mueve el aparato productivo; es un imán para la inversión; y es hoy en día un bien exportable de costo marginal cero, que produce divisas gracias a las líneas de interconexión con los vecinos. ¿Sucede igual con las vías? No.

Las vías conectan los puertos con los centros de consumo (es decir, favorecen las importaciones), y con la industria. Pero nunca les superará a los exportadores el beneficio de ubicarse en, o trasladarse a los puertos. Y al contrario, tener los consumidores lejos de los puertos, mejora la competitividad de las empresas establecidas en el país andino, cerca de ellos.

No dudo que las vías haya que hacerlas, pero se sabe que cuando son muy costosas es difícil recuperar la inversión con los peajes, a menos que estos se suban excesivamente, en cuyo caso se pierde el objetivo de abaratar el movimiento de carga; y lo que el mercado no logra, debe hacerlo el gobierno, obvio; pero no a costa de los mejores activos de la nación: mejor sería comprometer sus rentas (con las utilidades paga en 10 años lo que requiere el gobierno para las vías) y/o capitalizar las concesiones viales con emisión.

Si el regionalismo les ha funcionado a los paisas, un poco de nacionalismo debería funcionarle al país.

*Ing. Electrónico, MBA, pensionado Electricaribe

movilyances@gmail.com

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