Columna


El factor humano

ROBERTO BURGOS CANTOR

12 de abril de 2014 12:02 AM

Entre el azar y la fatalidad se escurren torrentes desconocidos. En un guión para alguna película que no se filmó, Sartre discurrió sobre algunas aspiraciones, ideales humanos, enfrentadas a un sistema creado por el hombre, que los trituran y frustran. Lo denominó El engranaje.

Quizá los filósofos, con el hábito de construir sistemas, omitan las motivaciones, los efectos de los actos de la resistencia y las sublevaciones solitarias.

Graham Greene, en El factor humano, una conspiración organizada hasta la nimiedad impensable, se desarma por algún requiebro de sentimientos inesperados. Decía un espía que las novelas proponen un orden al mundo, pero que la vida es un caos.

La tensión entre quienes se aferran a categorías filosóficas o políticas unidimensionales del mundo y sus seres, por un lado, y quienes contemplan el infinito de las mujeres y los hombres, por el otro, dificulta comprender las acciones. Moustaki lo cantó: Yo no sé dónde empiezas tú; tú no sabes dónde acabo yo.
Pensé en el curioso destino del ministro Rafael Pardo, encargado de Alcalde del Distrito Capital, cuyo saldo de enseñanzas sería fecundo si a los colombianos nos interesara aprender. O si fuéramos capaces de abandonar el vicio ridículo de la vanidad que nos lleva a desdeñar, no reflexionar la historia para sentirnos como adanes alborozados por la trágica repetición de descubrir el agua tibia.

Pardo fue quien remplazó a Jesús Bejarano, Comisionado de Paz en el gobierno del señor Gaviria. Los amigos de Chucho Bejarano sentimos algo de injusticia en tal cambio. Un sentir voluntarista que consiste en creer que quien bien se empecina en un proyecto virtuoso merece concluirlo. También agradecimos la gentileza de Gaviria, quien enseguida lo nombró Embajador en Centroamérica.

Después de muchos años Pardo recuperó la tradición de ministro civil en la cartera de Defensa. Muchos pensaron que una generación joven en el gobierno, formada más en la academia que en la manzanilla electoral, pondría a tono el país atrasado, enfermo de odios, matándose aún por una fe que ni siquiera soplaba montañas.
Para los caribes no pasó desapercibido que quien acompañó a Rafael Pardo a inscribir su candidatura presidencial, en Cartagena de Indias, fue Gabriel García Márquez. Pardo fue calumniado como estafeta de la FARC por quien hoy es su Presidente. Su pariente, don Tomás Rueda Vargas, maestro liberal de los que no quedan, irónico con gracia y curioso sin cansancio, escribió espléndidas páginas sobre la sabana de Bogotá y de nuestra historia. Si esto no hace diferencia ingresemos todos al Santo Oficio.
*Escritor

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