Columna


El futuro de la ciudad

HÉCTOR HERNÁNDEZ AYAZO

22 de junio de 2014 12:02 AM

Pronto estaremos en el trance de elegir nuevas autoridades para Cartagena. El terreno parece abonado para que la ciudad siga bajo el control de las mismas fuerzas políticas que la tienen postrada.

Existe un desinterés notable de los ciudadanos en pensar en el mañana. Pareciera existir resignación con el estado de cosas, como si fuera una situación insuperable.

Es notable la falta de liderazgo y este vacío no se llena con esporádicas manifestaciones de reclamos al Gobierno nacional o aisladas señales de desagrado con determinadas medidas administrativas o políticas. El verdadero liderazgo supone una tarea continua y universal de marcar propósitos que propendan por el bien colectivo, de construir mecanismos para realizarlos y de convencimiento en los ciudadanos.

Sé que me dirán que Cartagena como todo conglomerado humano tiene una dirigencia política y una dirigencia empresarial. Pero también será necesario advertir que para nuestra dirigencia política lo primero son sus mezquinos intereses personales o de grupo y las soluciones importantes para la comunidad son de segundo o tercer turno. En nuestra dirigencia gremial tampoco hay el afán de servir de guía, sin pausa, para la mejoría fundamental que la ciudad requiere.

Por eso nos hemos habituado a mirar, sin molestia, que miles y miles de cartageneros vivan en infrahumanos tugurios oprimidos por carencias extremas. Tal hecho lo observamos como si fuera una suerte de determinismo que impone a Cartagena la convivencia resignada con la miseria extrema.

Para colmo ya estamos viendo cómo algunos, que debieran pedir perdón a la ciudadanía por ser coautores del desastre que vivimos, pretenden presentarse como los poseedores de la receta para mejorar.

Es iluso pensar que con la misma clase política modifiquemos, para bien, el estado de cosas. En poco tiempo hemos experimentado el populismo frustrante y el fracaso de quienes se han proclamado excelsos administradores. Si queremos un cambio hay que propinarle un remezón profundo al establecimiento político dominante. Para ello se requiere, que desde zonas distintas a las empresas políticas de provecho impersonal hoy gobernantes, comience a surgir un movimiento de sustitución de esa dirigencia.

Aunque resulte planteamiento simplista, pero no desprovisto de la fuerza de la verdad, con los mismos y sus prácticas seguiremos mal. Y para el viraje que la ciudad requiere se necesita que se armen de valor muchos ciudadanos de bien e idóneos y se atrevan a desafiar la mediocridad existente. De seguro, que en esa lucha recibirán mucho respaldo ciudadano, que necesita guías que lo encaucen para transformar la ciudad.

h.hernandez@hernandezypereira.com
 

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