Columna


El guayabo

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

13 de marzo de 2016 12:00 AM

Según El Universal del 9 de marzo, investigadores británicos demostraron que comer dos peras antes o después de beber alcohol, podría ayudar a mitigar los efectos del guayabo, esa especie de “muerte chiquita” llamada cruda o ratón en otras latitudes.

Guayabo es un colombianismo que según el Lexicón de Colombianismos, de Mario Alario (Pág. 163) tiene su origen en que en Antioquia los campesinos, cuando una gallina amanecía triste y se quedaba en su árbol predilecto, que era el guayabo y no bajaba para reunirse con las demás, decían que estaba “enguayabada”, y por analogía el término se trasladó a los síntomas que se presentan al día siguiente de una borrachera. 

El malestar de la resaca es debido principalmente a algunas sustancias tóxicas producto de metabolizar el alcohol. Algunos factores pueden acrecentar la pesadilla del guayabo, como la mala calidad del licor,  tomar en exceso, mezclar varios tipos de bebidas, ingerir mucha cantidad de licores oscuros, trasnochar,  beber con el estómago vacío y el  ánimo depresivo, entre otros.

En clave humorística los borrachines  inveterados, en medio de la turbulencia del guayabo, nunca culpan al licor, dicen cínicamente que los emborrachó la brisa, la bulla de un parlante, un latoso, la falta de picadas o lo contrario, el exceso de comida, pero nunca al alcohol.

El guayabo es también, según los “mundólogos” cartageneros, un estado de gran peligrosidad porque el enguayabado todo lo tropieza. Otro efecto es en algunos casos, la exaltación de la libido. A propósito de esto último, antes de que inventaran el Viagra, un personaje cartagenero solía beber licor el día antes de tener una aventurilla para según él “preconstituir” un guayabo que hiciera que su “planta baja” funcionara bien en el momento supremo.

Creo que solo hay dos formas de evitar un guayabo atroz: no tomar licor; y la más “carnestoléndica”, tomar diario o mejor diaria y “nochemente”, como dijo el célebre “Buchón Guerrero”.

En una ocasión, un industrial cartagenero, quien era miembro de la “Cofradía del vidrio” y se tomaba  todos los días el primer “lamparazo” a las 8 de la mañana, le dijo a un amigo: oye Migue, a mí no me da guayabo, y éste le replicó: deja de tomar un día para que lo sientas. En fin, terapias como las de las peras generalmente solo atenúan la resaca, la que solo desaparece con las horas.

Hay tres variedades terroríficas de guayabo: el guayabo negro, descrito de manera magistral por el antioqueño Efe Gómez, en el cuento homónimo; el “Guayabo Moral”, ocasionado por las barrabasadas en medio de una borrachera; y por último el “Guayamón”, la simbiosis de  guayabo y “mondadera” (o sea sin plata)- A estos tres últimos no hay tratamiento que los alivie. 

*Columnista
Errata: Por error de El Universal en la columna pasada, donde decía Valencia debió decir Valencay.

menrodster@gmail.com


 

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