Columna


El instituto Ignacio Chávez

DARÍO MORÓN DÍAZ

06 de abril de 2013 12:00 AM

DARÍO MORÓN DÍAZ

06 de abril de 2013 12:00 AM

El Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez, en ciudad de México, celebrará 69 años de su fundación el próximo 18 de abril. Lleva ese nombre en homenaje a su fundador, el Maestro Ignacio Chávez.
Como nosocomio fue el primero de su género en el mundo, pionero de la atención médica y la investigación cardiológica; con el paso del tiempo se convirtió en un verdadero crisol para la formación de médicos cardiólogos. Los investigadores de todos los países de América, Europa y Asia acudían a él en razón a su bien ganado prestigio. La diversidad de los idiomas lo constituía en una auténtica Babel. No obstante la identidad científica y comunión en los objetivos médicos y humanísticos se traducía a un idioma universal: el conocimiento y atención del enfermo.
Ignacio Chávez inició su Instituto en el Hospital General de México, con patronatos y donantes anónimos, pasó a la Avenida Cuauhtémoc 300, el 18 de abril de 1944. Lo primordial era una sabia atención al paciente y la prevención de las enfermedades cardiovasculares, todo ello con auténtico sentido humano. Después de 32 años de permanecer en ese lugar, por las circunstancias del crecimiento, en 1976 fue trasladado a la Avenida Tlalpan, en la periferia de Ciudad de México.
El Instituto se convirtió en un verdadero epicentro de la cardiología, caracterizado por el compromiso humano del cual Ignacio Chávez fue ideólogo y su practicante: “El Instituto, rico en instrumental científico, recurre en sus estudios a las técnicas más refinadas y complejas, no por eso se permite a los médicos refugiarse en ellas, rendir culto a los aparatos. Mientras el hombre exista habrá medicina y ésta será siempre una medicina clínica enriquecida, robustecida, agigantada si se quiere por la ciencia y la tecnología, pero no suplantada por ella”.
Y agregaba: “a nadie se le practica una intervención quirúrgica sobre el corazón si ello no ha sido discutido y aprobado en sesión científica y comunicado al paciente. No queremos ofrecer sacrificios humanos ante el altar de la ciencia, ni menos de la fama. En la relación médico enfermo nuestra actitud es categórica acorde con la frase de Louis Portes: “Una confianza frente a una conciencia”.
El Instituto sirvió de fuente nutricia a centenares de médicos colombianos, que acudieron a allí a recibir el título de médicos cardiólogos. Ignacio Chávez falleció en 1979, y al recordar a ese gigante del conocimiento le rendimos culto al médico, al científico y al humanista, creador de esa obra que trasciende  los límites del tiempo, por lo que ella significa como academia formadora de valores humanos y de caja de resonancia de un humanismo universal que Chávez supo irradiar en todo el mundo.

*Exdirector de El Universal. Académico de Medicina e Historia.

dmorond@gmail.com

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