Columna


El lado oculto de la luna

ALFREDO GARCÍA DE ZUBIRÍA

17 de noviembre de 2015 12:00 AM

Nos acostumbramos desde niños a que en diciembre el espíritu está pronto a hacer el bien. Se regalan cosas para mitigar un año de penurias en el que siempre falta el centavo con qué comprar un poco de lo que nos faltó en el año: alimentos, ropa, el cuaderno escolar, el camioncito de madera, latón o plástico, para pasear los sueños de los niños.

La prensa nacional, contribuyendo con ese bien, reflexiona y comenta el cargo por confiabilidad cobrado en la energía. Es tan grave como si se necesitara oxígeno para respirar. Y si se requiere agua para generar energía, ¿qué será de nosotros cuando la necesitemos para beberla y cocinar? Tal vez, este es el motivo por el cual las naciones civilizadas buscan agua en los planetas.

En Macondo, los inteligentes son tantos que nos convencen de que a la vuelta de la esquina están la felicidad y la riqueza. El poder de persuasión es tan poderoso que nos presenta una factura por “1,98 billones de pesos, es decir el 60% de los 3,3 billones de pérdidas de las térmicas y no los 1,1 billones estimados” (ET 20/10/2015). 

Durante 9 años, según los medios, abonamos con disciplina de borregos 14 billones de pesos por cargos de confiabilidad. Y, ¿qué hizo El Niño con tantísimos billones? ¿Para qué se pagó la plata?

El cargo por confiabilidad es “Un esquema de remuneración para garantizar de manera eficiente la atención de la demanda de energía en condiciones críticas de abastecimiento”.      

La realidad se distorsiona y la presidente de Asoenergía, María Luisa Chiape, “señaló que es muy lamentable que los consumidores terminen pagando por todas estas ineficiencias del sector.” Los organismos competentes, al investigar, deben llegar al fondo del dinero pagado incluso a empresas de generación hidráulica, ya construidas y amortizadas, que no deberían tener derecho al subsidio, pues no eran plantas nuevas.

Otro aspecto para investigar es si los asesores o consultores no opinaron contra lo que afirmaba la Creg, como la fantasía o alucinación de usar combustible líquido para generar, no existiendo almacenamiento para largo plazo y menos aún un poliducto que facilitara el continuo uso del combustible.

¿Por qué no se usó un sistema de control para pagar solo al comprobar cumplida la obligación pactada? El Gobierno nacional debe explicar lo sucedido con el dinero que la corriente se llevó. ¿Para dónde? Esperamos que la auditoría o interventoría nos lo diga.

algaz@costa.net.co

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