Un sencillo ejercicio financiero nos puede ayudar a entender el sistema colombiano público de pensiones.
Un empleado en Colombia aporta mensualmente al plan de pensiones el 4% de su salario, y la empresa un 12% más, para un total de 16%. Si ganara un millón de pesos -por ejemplo- le estaría aportando al sistema 160.000 pesos, y al cabo de 25 años, las 1.300 semanas exigidas (*), tendría en el plan de pensión la suma de 273 millones de pesos con el poder adquisitivo de hoy.
Para simplificar hemos asumido un “escenario con inflación cero, y salario constante”, que, sin perder rigurosidad, es la mejor manera de entender el valor del dinero en el futuro; también, que los aportes producen una renta fija anual del 12% (0,95% m.v.), que es más o menos el 16%, al incluir la inflación, nada del otro mundo, y que esos intereses son reinvertidos hasta que se adquiere el derecho pensional.
Al pensionarse el empleado recibiría el 85% del promedio del IBL de los últimos 10 años ajustado por inflación (para el ejemplo una pensión de 850 mil pesos), mientras que el capital, redondeando, rentaría 2,6 millones mes. El capital seguirá creciendo con interés compuesto al reinvertirse la diferencia entre lo que renta y lo que paga (13 mesadas), siempre y cuando esta diferencia sea superior que la inflación. Si no, decrece.
Miremos un año: el capital, renta 32,7 millones; se pagan 13 mesadas de 850 mil pesos (11 millones al año), y se reinvierte la diferencia, 21,76 millones. La inflación (digamos del 3%) se lleva 8,2 millones, con lo cual el capital crece 13,5 millones anuales. Ahora imaginemos un caso extremo: que la pensión, producto de los ascensos, se duplicó a 1,7 millones (recordemos que para el periodo de los aportes hemos asumido inflación cero, no así para el periodo del disfrute). Se reinvertirían 2,4 millones anuales, y el capital también crece.
En la vida real la inflación no es cero, pero asumirla cero fue válido al haber mantenido el salario fijo. Los ascensos, y el progreso material que conllevan a mayor salario, mayores aportes, y mayor ahorro en la cuenta pensional, son inciertos y distorsionan este escenario, pero al tratarse de un aseguramiento, motivo de estadísticas y probabilidades, unos compensan a otros.
Visto así, el sistema público es individual e intrínsecamente sostenible, y como un todo crece en forma exponencial, pues las pensiones se pierden al morir los sobrevivientes, mientras que el capital queda en manos del sistema produciendo utilidades. No es un gasto del Estado que se requiera incluir en el PGN. Ni tampoco es cierto que el aporte de los jóvenes pague las pensiones de los adultos. Cualquier pérdida de valor debería fondearla oportunamente el gobierno, como responsable de su buena administración, evitando la des acumulación.
(*) Si trabajara desde los 28 a los 62 años lograría 1.768 semanas, 788 millones de pesos.
movilyances@gmail.com
*Ing. Electrónico, MBA.
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