Columna


El mototaxismo otra vez

DANILO CONTRERAS GUZMÁN

22 de septiembre de 2016 12:00 AM

El mototaxismo es un trabajo legitimado por amplios sectores de la población que lo usan a pesar de los riesgos. Es un fenómeno socioeconómico que no se puede satanizar, pues el análisis pierde objetividad. Las autoridades omisivas contribuyen a su expansión y muchos políticos en trance de elección recurren a él para cautivar votos sin ofrecer soluciones sostenibles. No es aceptable que aún hoy sean los mototaxistas los que exijan una caracterización seria a una administración que no se pellizca.

Quien comete un crimen en moto no es mototaxista, es solo un criminal usando una moto para hacer eficiente su empresa delictiva. Reprimir el mototaxismo sin dar alternativas a esa masa de trabajadores, es un juicio errado que no ayuda a solucionar ningún problema incluyendo la inseguridad ciudadana. Por el contrario, los agrava.

Generalizar que el mototaxismo causa la ola criminal, es una falacia con la absurda conclusión de que la delincuencia acabará si se suprimen las motos o el mototaxismo.

Afecta la seguridad ciudadana la consolidación de organizaciones delincuenciales cuyo caldo de cultivo son las carencias sociales de una ciudad doble que brilla entre lentejuelas en el norte pero se ahoga en la miseria y la desatención oficial en el sur.

El mototaxismo no puede ser un transporte masivo por su alta accidentalidad. Según Cartagena Cómo Vamos de 2015, de 6411 accidentes vehiculares ocurridos en la ciudad, 1649 involucraron motocicletas y el 63% de los atropellamientos correspondieron a este mismo tipo de automotor.

Creo en una reconversión económica que combine la restricción y prohibición paulatina dando alternativas de inclusión laboral y productiva a estos ciudadanos que recurren al transporte informal para vivir. A los bandidos que usan la moto para sus fechorías, todo el peso de la ley.

Muchos se bañan en cenizas ante estas propuestas, pero pocos recuerdan que la avenida Venezuela, el solo bus del mercado, entre otras zonas, eran poco menos que campamentos de comerciantes de espacio público. Hoy vemos que una política de reconversión económica, incluso incompleta pues no se acompañaron los reconvertidos, da resultados. La Oficina de Espacio público muestra que entre 2010 y 2015 se formalizaron 2454 comerciantes con una inversión social de más de 19 mil millones.

Estoy convencido que falta compromiso para resolver los problemas con seriedad y eficiencia.

 

 

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