Columna


El país de la Selección

GERMÁN DANILO HERNÁNDEZ

03 de julio de 2018 12:00 AM

La publicación de esta columna coincide con el partido entre la selección Colombia e Inglaterra en los octavos de final en el Mundial de fútbol de Rusia. Las expectativas por el resultado unifican al país en las esperanzas de triunfo, pero si la opción llegare a ser la derrota, millones de manos estarán listas para aplaudir y los brazos abiertos para abrazar con admiración y afecto a nuestros futbolistas a su regreso, por el buen papel desempeñado.

Las emociones que los colombianos hemos compartido durante el acompañamiento a nuestro seleccionado, han permitido cerrar parcialmente las profundas divisiones generadas en los últimos tiempos por la política electoral. La tristeza por la derrota del  partido ante Japón fue sentida por igual, pero nadie se quitó la camiseta, todos confiamos en la recuperación, en el potencial del equipo. Los colombianos presentes en Rusia nunca dejaron de ondear la bandera tricolor, ni se desplomaron a llorar en las calles o plazas de Kazán.

El compromiso siguiente ante Polonia, permitió demostrar de lo que somos capaces cuando algo nos une como nación: sin distingos de partidos políticos, razas, credos, clases sociales, ni colores de piel, rodeamos a la Selección, nos reunimos en familias, grupos de amigos, vecinos, en grandes colectivos urbanos y rurales; ocupamos calles, centros comerciales, plazas públicas o donde quiera que había una pantalla de televisión; nos agarramos de las manos, gritamos, nos asustamos, nos reímos, lloramos y terminamos fundidos en un solo abrazo de unidad, regocijo y celebración ante el triunfo.

Después de semejantes manifestaciones de integración como país, valdría la pena preguntarnos ¿qué pasaría si actuáramos así ante todas las circunstancias? Cada quien tendrá su propia respuesta, yo pienso simplemente que seríamos un mejor país, con mayores niveles de felicidad y de convivencia pacífica.

La percepción de nuestra selección futbolística no habría sido la misma si los colombianos supiéramos, por ejemplo, que Falcao es de derecha y James de izquierda; que Cuadrado votó por Duque y Mina por Petro. No habría sido posible la alegría y el entusiasmo que nos han unido en estos días. Ello quedó demostrado en un contrapunteo de opiniones  en la cuenta de Twitter de un amigo senador, quien quiso comparar a la Selección con su partido.

Tengo las esperanzas de que hoy Colombia gane y pase a los cuartos de final, pero si ello no ocurre, conservo la ilusión de que aprendamos como país lo que deja esta participación en el Mundial; que valoremos al otro sin intentar destruirlo; que apoyemos sus acciones independientemente de la ideología que representen; que celebremos juntos algo más que los goles y que nos pongamos la camiseta por Colombia, sin necesidad de un mundial de fútbol.

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