Columna


El PEMP del Centro

MÓNICA FADUL ROSA

03 de mayo de 2017 12:00 AM

Cartagena de Indias con su Centro Histórico es una de las ciudades más importantes de Colombia. En él está nuestro origen y se acumularon a lo largo de los siglos valores sociales, simbólicos, económicos y de la cultura, y se localizan los principales edificios del gobierno, las más importantes iglesias, museos, casas de habitación, restaurantes, hoteles, tiendas de gran calidad y numerosos espacios públicos, sin mencionar sus baluartes, que le permiten ser reconocida como la mejor plaza fuerte de la América hispánica.

Al ser un bien del patrimonio universal, está inmerso en los derechos humanos colectivos, que imponen sin soslayos el deber de protección y defensa común, para el goce de presentes y futuras generaciones.

El sector debe tener reglas clarísimas, sin posiciones subjetivas o doctrinas de la Administración, algunas indefensables, para que quienes han tomado y / o tomarán decisiones sobre él, gocen de la tranquilidad de saber que no se verán sometidos a vaivenes de los gobiernos de turno. Con frecuencia, dolorosamente, hay decisiones que retrotraen avances o ignoran hechos.

Hace lustros, desde Fenalco proponemos concertar una visión compartida “como un espacio de las instituciones de gobierno, cultura, religión y educación, como centro de negocios y comercio, para el desarrollo del turismo y la recreación cultural con respeto a la dignidad de sus moradores”.

Afianzar la habitación permanente y económica, bajo la égida del Estado, es importante para darle vitalidad y sostenibilidad. El papel del sector privado es insustituible, como lo señalan los organismos internacionales de patrimonio, estimulando nuevas inversiones, facilitándolas y encauzándolas para dinamizar su desarrollo, sin que sea degradado ni abusado, porque casos hay y porque también es muy posible que se impongan criterios indeseables, que dada la especial condición jurídica del documento, se pueda convertir en patente para acciones que vayan contra él.

La vigorosa actividad del Centro y su transformación, su actividad económica que aporta mucho al empleo y al PIB local y al nacional del sector turístico, demanda también gestiones que no requieren un PEMP. Los servicios públicos de calidad, drenajes útiles, mantener el entorno, entre otros, se exigen con independencia de este y es menester saber con certeza que hay la capacidad de transportar fluidos y sólidos por sus redes húmedas y secas, para que no colapsen.

Tenemos una oportunidad colectiva de incidir en el PEMP, para planearlo desde el territorio y con sus habitantes. Defendamos su integridad presente y futura y su área de influencia y ojalá construyéramos una institucionalidad más fuerte para su defensa y por qué no, hasta una guardia cívica de protectores calificados y empoderados que contribuyan con más profundidad a tan alto fin. 

 


 

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