Columna


El plan B

RAFAEL NIETO LOAIZA

16 de octubre de 2016 12:00 AM

“Va a ganar el ‘Sí’. Tengo la absoluta seguridad y por eso no estoy preocupado por el Plan B. No estoy obligado a tomar este riesgo [p]ero la refrendación es algo democrático, legitima mucho más un acuerdo” dijo el presidente Santos antes del plebiscito. Y agregó que “si gana el “No”, nos devolvemos a lo que teníamos hace seis años”.

Uno, el Presidente se arriesgó y debe asumir las consecuencias: el pueblo no aprobó los acuerdos con las Farc y estos perdieron su legitimidad. Ese resultado obliga al presidente. Desconocerlo dinamitaría la democracia.

Dos, Santos escogió el plebiscito como mecanismo de refrendación y cambió sus reglas de juego. Su obligación era tener un plan B. No tenerlo es una irresponsabilidad.

Tres, contrario a lo que él y los del Sí sostenían, el triunfo del No, no significó ni regresar a la “guerra” ni devolvernos “a lo que teníamos hace seis años”.

Cuatro, los promotores del No, que hubieran podido decir que los acuerdos murieron, proponen renegociarlos. Hoy es el único camino posible. Ese es el plan B. Y esa renegociación no puede limitarse a “ajustes” y “revisiones” menores, a cambios cosméticos. Maquillar los acuerdos es hacerle trampa a la democracia y a la sentencia de la Corte. Tienen que abordarse los temas sustantivos que llevaron a que el No triunfara.

Quinto, el triunfo del No es una oportunidad de oro: tanto Santos como los defensores del Sí reconocieron que el acuerdo con las Farc “no era perfecto”. De eso se trata la renegociación: eliminar lo que no debería estar ahí y mejorar lo perfectible.

Sexto, el triunfo del No permite terminar la polarización política y social generada por el Gobierno y por el contenido de los acuerdos. Ahora es posible cerrar las heridas y conseguir una unidad nacional republicana. Eso solo se consigue si el Gobierno asume con seriedad los planteamientos del No y los recoge en el acuerdo con las Farc.

Séptimo, aunque para la guerrilla el triunfo del No es una derrota, porque el acuerdo les concedía premios que no tiene ningún ciudadano y se les cayó su pretensión de que quedara en la Constitución su plataforma política, reflejada en los acuerdos, la renegociación le permitirá la sostenibilidad y seguridad jurídica de lo acordado. La sostenibilidad y la seguridad no dependían de supuestos “blindajes” legales tramposos, sino del apoyo ciudadano y político a lo acordado.

Octavo, el acuerdo así renegociado tendría el respaldo de la mayoría, uniría a la sociedad y, después nos permitirá hacer política sin girar una y otra vez sobre las Farc y sobre terminar el conflicto con ellas. Nos dedicaríamos, ahora sí, a abordar sin distracciones las otras grandes plagas del país: el narcotráfico, la corrupción y la pobreza.

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