Columna


El presente del SITM

ROBERTO FORTICH MESA

15 de junio de 2018 12:00 AM

Aunque el orden no ha sido moneda de Cartagena en su proceso de urbanización, todavía podemos rescatar algunas obras que han introducido conceptos apropiados en el manejo del espacio urbano. Si tuviéramos más obras de estas en el periodo de cada alcalde, se aceleraría el paso para convertirnos en una verdadera ciudad planificada.

Entre los ejemplos de mostrar se cuentan el Centro de Convenciones, la Base Naval, el aeropuerto Rafael Núñez, algo de la renovación del Centro Histórico, los desarrollos urbanísticos y hoteleros de la Zona Norte y, en el último año y medio, el Sistema Integrado de Transporte Masivo (SITM).

El SITM reemplazó, parcialmente, el sistema ineficiente de buses tradicionales, aportando una significativa mejora en tiempos de recorrido y comodidad para los pasajeros. Eso lo evidencia el informe de movilidad de 2016 de Cartagena Cómo Vamos, que reseña una disminución de 26 minutos en el tiempo de desplazamiento medio de los cartageneros gracias a Transcaribe.

Sin embargo, lo último que queremos es que del regocijo inicial con el SITM pasemos a la desilusión. Aspectos a mejorar del sistema son los paraderos en las calles y las puertas defectuosas en algunas estaciones, amén de aspectos clave como la mayor cobertura y apropiación social.

Nuestro SITM tuvo un difícil arranque plagado de obstáculos administrativos, entre los cuales hubo vericuetos legales que impedían a Transcaribe y al resto de operadores contratar nuevos rubros no previstos inicialmente en los pliegos de operación. Afortunadamente, desde hace un par de meses vemos gratamente cómo se han comenzado a implementar elementos vitales del sistema como el aseo, la vigilancia y la señalización.

Preservar al SITM requerirá que cuando buses y estaciones comiencen a demandar mantenimiento y reposiciones, existan rubros definidos para sostenerlo, a no ser que haya que subir las tarifas para garantizar la solvencia financiera. En ese sentido, una propuesta fiable que se ha escuchado es dotar de publicidad a los buses y las estaciones para que, con los proventos de los avisos, se pueda atender la conservación del sistema.

Finalmente, es importante que continúe la estricta veeduría a las acciones de los operadores, y que los usuarios exijan tener noticias claras y minuciosas de sus planes de acción.

Si no se toman precauciones, corremos el riesgo de que el SITM le pase lo que a Metrocar: un servicio de calidad, dotado de aire acondicionado y auxiliar uniformada para cobrar el pasaje, que se degeneró paulatinamente al sistema corroído y pobre que padecemos hoy.

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