Requerimos un nuevo presidente que tenga la convicción íntima de administrar con pulcritud y decencia los órganos del Estado, pero es necesario un nuevo tipo de política y de gobierno para tener un país justo.
En los últimos años hay un candidato a la presidencia que ha esclarecido los vínculos clientelistas, de corte mafioso, entre los partidos políticos y las distintas expresiones de las elites políticas y económicas de nuestro país.
Ha denunciado la degradación de la institucionalidad democrática, ligada a la corrupción flagrante del Ejecutivo, el Legislativo y poder judicial, con el contubernio de estos con los encargados de garantizar la transparencia de las elecciones.
La indignación contra la politiquería, corrupción y clientelismo sigue creciendo, ese candidato llena plazas públicas sin repartir una bolsa de agua, une y organiza por las posibilidades de depurar la política, combatir la corrupción y renovar el país.
Hay que erradicar estructuras mafiosas y el paramilitarismo, que han permeado los partidos tradicionales en el poder, igualmente las instituciones del Estado (todos los poderes públicos), incluidas las fuerzas armadas, los partidos políticos y la Iglesia.
Al no existir sanción judicial, social, ni familiar, ni religiosa, en la política, da lugar a herencias políticas corruptas y clientelistas, haciendo de Colombia uno de los países más corruptos, desiguales e inequitativos del mundo.
Hoy, el país transita por pésimos camino de corrupción, inequidad, inseguridad, abandono del campo, desempleo, escaso acceso a la educación superior, narcotráfico, microtráfico, bandas criminales, prostitución infantil, pobreza extrema.
Hay el ‘cartel de la toga’, concejales, personeros, contralores, procuradores, congresistas, alcaldes y gobernadores corruptos, con cuentas pendientes por masacres, paramilitarismo y enriquecimiento ilícito.
El próximo presidente a elegir el 27 mayo del 2018, debe cambiar el sistema político, recuperar la legitimidad de la Justicia y romper con el clientelismo para bajar los índices de corrupción.
Se requieren políticas de Estado contra la impunidad frente a los hechos de cinismo de los corruptos y genocidas, que al no ser condenados, siguen en el poder, mintiéndole al país.
Hay que fortalecer los sistemas de regulación y control de la contratación pública, para evitar que los descarados financiadores de campañas políticas sean quienes ejecuten los recursos públicos.
El país no aguanta más, el pueblo al poder el 27 mayo del 2018 en primera vuelta, votando masivamente por el candidato costeño de la esperanza, símbolo del renacer del gaitanismo con un gobierno del pueblo y para el pueblo.
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