Columna


Elecciones atípicas: Oportunidad y fiesta de disfraces

ALCIDES ARRIETA MEZA

22 de febrero de 2018 12:00 AM

Las elecciones atípicas en Cartagena se realizarán en medio de la más grande y catastrófica crisis ética e institucional que se ha desarrollado en Cartagena, está, de proporciones gigantescas, Por ello, la ciudadanía deberá estar atenta a los candidatos que se disfrazarán de estadistas, de políticos independientes, transparentes, antipolitiqueros, cuando en realidad son embaucadores, falsos representantes del bien común, porque, como sostuvo Voltarie, “la política es mentir a propósito”, o el “arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos", Louis Dumur.

La situación no es nueva, los males son históricos: clientelismo, politiquería, corrupción, calamidades, que en los últimos años fueron canalizados por los gremios económicos que lograron elegir tres alcaldes, Guillermo Paniza Ricardo, Judith Pinedo Florez y Dionisio Vélez Trujillo; por los sectores populares resultaron electos, Campo Elías Teherán Dix, ( Q.E.P.D.) y Manuel Vicente Duque, sin que se dieran los resultados esperados.

En este contexto de limitaciones democráticas, los cartageneros concurrirán a las urnas para escoger el sucesor del exalcalde Manuel Vicente Duque, en un escenario en donde las condiciones económicas, sociales, e institucionales han empeorado progresivamente, pero que esas mismas circunstancias están activando una nueva cultura ciudadana y un nuevo que hacer político.

La comunidad en forma sostenida ha mostrado su inconformidad, su deseo de transformación, empero los procesos no han avanzado lo suficiente porque el sistema político tradicional no lo permitió, o porque “fueron capturados por los “partidos de los contratistas”, como lo ha denunciado el contralor general, quien ha señalado que estos son los verdaderos dueños de gran parte del Estado, o sometido por las casas “podritiqueras”, o esclavizado por las trampas clientelares apoyadas por sectores populares que inconsciente o conscientemente reproducen la corrupción electoral.

El carnaval electoral está en marcha, el menú está lleno de varios aspirantes, alguno o algunos no necesitan disfrazarse, ni colocarse antifaces, por cuanto sus campañas siempre han resultado exitosas en un medio en donde la falta de oportunidades de todo tipo han facilitado sus victorias. Estos personajes son maestros en comprar votos, repartir corbatas OPS, distribuir plata por doquier, formados en las escuelas del tráfico de influencias, del interés ilícito en la celebración de contratos, y gestores de grandes conciertos delictivos. Mermelada, control de la contratación pública y de las “ilicitaciones” públicas, “tipo sastre”.

Esas perversas prácticas son una cultura para algunos, necesidades para un sector social que ha permitido que se comercie con el derecho fundamental al trabajo, acaso su mínimo vital, para otros mucho más, y para los partidos de los contratistas y de la politiquería, formas estructurales de saqueo de las plata pública.

En ese contexto y bajo esas amenazas, se realizarán las elecciones para elegir el alcalde de Cartagena, en donde la ciudadanía tendría la oportunidad, de romper con las ataduras del pasado, no dejándose engañar ni manipular, “por los mismos con las mismas malas mañas” corresponsables del actual estado de cosas.

El menú presenta candidatos alternativos, y otros que posarán como tales, la fiesta de disfraces está lista, sin embargo, creeríamos que dada la indignación ciudadana, los enmascarados no la tendrán fácil porque distintos sectores ciudadanos han empezado a despertar, han emprendido el camino correcto.

La ciudadanía ha comenzado a madurar, se forma, se informa, y ha entendido que todas las crisis, son generadoras de grandes soluciones, por tanto, para lograr salir de ella, de seguro seguirán los procesos organizados, que permitirán embestir contundentemente la descomposición del sistema político electoral colombiano. El cambio político está en proceso, no tiene reversa.

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