Columna


Elías Borrero

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

13 de marzo de 2016 12:00 AM

Entre chiste y chanza, como es su estilo, el ministro Iragorri -el Gobierno, mejor- sacó a Elías Borrero Solano de la presidencia de Vecol, con espurias razones e innecesarios afanes, por la puerta de atrás, como se hace con los ineptos y pícaros, o se debería hacer, cuando menos, en un país donde la experiencia y la honradez empiezan a ser condenables en medio de la corrupción y la indolencia.

No le permitieron salir. Lo sacaron a escasos días de la Asamblea de Accionistas, para no permitirle despedirse con honores ni dejarlo entregar públicamente una empresa que recibió emproblemada hace tres lustros y a la que convirtió en la joya de la corona de la institucionalidad agropecuaria, no solo por su valor económico, sino por el estratégico de regular precios en el mercado veterinario, de alta incidencia en la competitividad agropecuaria.

Elías Borrero no ha hecho sino construir institucionalidad agropecuaria, aun a costa de su seguridad, con riesgo de su vida y en contra de las tendencias para destruirla sin miramientos. Elías, de cuya amistad me precio, llevó a su punto más alto a la Federación Colombiana de Fondos Ganaderos, Fedefondos, que congrega a los Fondos Ganaderos departamentales, un excelente instrumento de fomento en cuya creación -también me honra recordarlo- tuvo gran participación otro constructor, mi padre, como la tuvo en el nacimiento de Fedegán.

La vida es a veces ingrata con los constructores. Ese liderazgo le valió a Elías un atentado de los hoy altos negociadores y de un tiempo para acá, los Fondos y su entidad gremial atraviesan dificultades, desde que los gobiernos desvirtuaron su finalidad y les dieron la espalda, para luego rasgarse las vestiduras ante la opinión, olvidando que siempre han sido miembros de sus juntas directivas, algo que parece convertirse en patrón de conducta de los funcionarios públicos.

Ojalá la vida no le sea ingrata a Elías con el futuro de Vecol. Ojalá los afanes de reemplazo no respondan a compromisos burocráticos para consolidar apoyos urgentes. Ojalá una empresa pulcramente administrada y competitiva nacional e internacionalmente, no se convierta, como cuando Elías la recibió, en caja menor del ministerio de Agricultura, en botín político o, peor aún, en nido de corrupción, algo a lo que infortunadamente nos hemos acostumbrado.

Vecol es un patrimonio del sector agropecuario y particularmente de la ganadería; socio estratégico de Fedegán durante veinte años de administración parafiscal, en el logro de erradicar la fiebre aftosa. Por ello es menester que el sector ejerza una veeduría permanente para que la empresa no sea desviada de ese camino de pulquérrima administración e incuestionables resultados.

Elías Borrero no necesitaba el reconocimiento de su gloria. Ya la había ganado con resultados. Era un asunto de gallardía.


*Presidente Ejecutivo de Fedegán


@jflafaurie

 

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