Columna


Elogio de la locura

CARMELO DUEÑAS CASTELL

17 de abril de 2013 12:00 AM

CARMELO DUEÑAS CASTELL

17 de abril de 2013 12:00 AM

Hoy hablaré del loco, aquel que excede en mucho a lo ordinario o presumible.
Erasmo de Rotterdam (1467-1536) tituló su obra más famosa como esta columna, en una época de rigidez, mantenida por siglos en las estructuras mentales, sociales, económicas y religiosas. Los vientos de cambio del humanismo eran erradicados con la muerte del infractor. Erasmo sabía que criticar al establecimiento podría costarle la vida. Cuestionó todo, humano y divino, con ingenio y exquisita ironía. La duda se esconde en cada afirmación.
La obra está plagada de juicios tan contradictorios que en cada uno se atisba la locura, la burla y el ingenio al mismo tiempo. El lector de la época, y el de ahora, no sabe a ciencia cierta si el autor elogia o cuestiona algo. Erasmo impactó y cambió la historia con su locura.
Joao Cidade Duarte (Juan Ciudad), contemporáneo de Erasmo, tuvo una vida tormentosa entre Europa y África, hasta que una prédica de San Juan de Ávila lo convirtió al cristianismo y lo conmocionó tanto que anduvo por un tiempo errante y desnudo; por ello fue apedreado y encerrado como loco. A partir de esa locura cambio él, su ciudad y su época. En el hospital aprendió el manejo de enfermos, locos y mendigos. Con sacrificios, ejemplo y motivación logró abrir un hospital. El obispo de Granada le cambio el nombre a Juan de Dios.
Posteriormente abrió otro hospital y con el lema de “hacer el bien, bien hecho” generó una filosofía de vida. Hoy la orden hospitalaria de San Juan de Dios tiene más de 330 centros de atención y cerca de 50.000 colaboradores en todo el mundo.
El primero de enero de este año, la bebida más consumida en el mundo lanzó una campaña llena de optimismo y con los sugestivos lemas de “volvámonos locos”, “hacer el bien a los demás”. La campaña incluye una música pegajosa y una película, “¿estas lo suficientemente loco?” Videos de personas reales haciendo pequeñas acciones, locas, buenas, para ayudar a los demás. ¿Idealismo? Alguno dirá que es para que consumamos más de los 1,7 billones de envases diarios que ya estamos consumiendo, y puede que esa haya sido la razón, vulgar capitalismo. Pero, el mensaje es sencillo, directo, concreto y válido.
En la noche cartagenera, la luna ahumada de tristeza perdió su brillo en las nostalgias gloriosas del pasado. En el día de mi ciudad, el resplandor del sol se desgasta en la perenne inestabilidad del presente. Aquí, la brisa marina carece de la frescura de los sueños ante un futuro incierto y con los amargos sinsabores de la desesperanza. Nuestro mar perdió la pureza en los inestables vaivenes de una dirigencia sin timón ni timonel.
¿Estamos lo suficientemente locos para seguir esperando que de arriba nos traigan la nueva Cartagena? Si del cielo te caen limones aprendes a hacer limonada.

*Profesor Universidad de Cartagena

crdc2001@gmail.com

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