Postulo a Rónal Ruiz y Elmelinda Muse como las primeras víctimas en viajar a La Habana. De su representatividad nadie podrá dudar: sus dos hijas indefensas en la última semana fueron carne de cañón de la sevicia de quienes dicen negociar la paz.
Que Santrich abandone su risa socarrona y su burlón “quizás, quizás, quizás”, y aunque no pueda verla, le dé la cara a Elmelinda y le explique por qué murió su hija Yurani, de apenas dos años, cuando un “tatuco” cayó sobre su vivienda indígena en Miranda, Cauca.
Que Márquez deje el cinismo y convenza a Rónal de que Isabela, su hijita de tres años, tenía que morir solo porque él es patrullero de la Policía; que le explique por qué esa muerte, con una granada de fragmentación lanzada a un CAI en Arauca, no es responsabilidad de las Farc, como pregona con arrogancia, sino de políticos y terratenientes, de la prensa y la Iglesia, del presidente de la República y hasta del gobierno de Estados Unidos.
Y postulo al general Mendieta, aunque el Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional -¿en qué pensará?-, comulgue con las Farc en que los soldados y policías no son secuestrados sino “retenidos”, en referencia a que son “prisioneros de guerra”, para así excluir al general, al intendente Pinchao y a miles de héroes secuestrados y asesinados.
Si ese es el criterio de selección, ¿qué podemos esperar? Mientras en los foros -falta el show nacional de Cali- se trata de esconder a las víctimas de las Farc y resaltar las de los paramilitares y agentes del Estado; mientras las Farc exigen incluir a Cano como víctima y juzgar al presidente como victimario, la Universidad excluye a los militares, policías y a sus familiares. Razón tiene el general (r) Rey para solicitar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que requiera al Estado colombiano informar si los de la Fuerza Pública serán considerados víctimas o “iguales a las Farc”.
En nada ayuda la declaración presidencial de que: “Estamos en guerra, pero la guerra es entre combatientes, entre los soldados y policías de nuestras Fuerzas Militares…”. Error. El Estado, que yo sepa, no está en guerra contra nadie, ni los terroristas que asesinaron a Isa y a Yurani son “combatientes”. Nuestros soldados no “combaten” a una fuerza con derecho a imponer su modelo de sociedad y Estado, porque el Estado colombiano es legítimo. Si la violencia de las Farc hiciera parte de una guerra legítima, el general Mendieta habría sido un “prisionero”; y el general Méndez y el subintendente Muñoz, asesinados, a golpes el primero y degollado el segundo, no serían víctimas sino caídos en combate de esa guerra -¿cuál guerra?- contra las Farc.
No. La Fuerza Pública defiende a la sociedad de unos narcoterroristas que ahora mismo la extorsionan con víctimas fatales -Yuris e Isabelas- y con terrorismo contra la población para imponer sus ideas en la mesa, culpar al mundo de su barbarie y lograr impunidad y poder. E insisten en llamarlo “proceso de paz”.
Nota Bene. Del patrullero Ruíz, un bogotano que lo perdió todo en Arauca y no sabe si puede perdonar: “Arauca es otra Colombia, un territorio sitiado por la guerrilla y olvidado. Todos lo saben y no hacen nada…”.
*Presidente Ejecutivo de Fedegán
josefelixlafaurie.editoriales@fedegan.org.co
@jflafaurie
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