-“Estás insoportable” –dijo la rubia de abundante cabellera a su vecina en el pequeño avión de Jetbleu que volaba hacia New York para celebrar el 4 de julio-. “Mañana titulan los diarios: ‘Luto en las letras nacionales’”, le respondió su amiga, mientras el avión se zarandeaba en medio del anuncio del “huracán Arturo”.
-“¿Estarán esperándonos en el aeropuerto JFK”? ¿Será que me descubren en la aduana el pie de mamey? –“Ya declaré bajo juramento que no llevábamos comida, pero somos colombianas y cualquier cosa nos puede pasar…”
Ni el avión se cayó, ni nos robaron la maleta, ni el pastel se desparramó sobre la ropa que llevábamos para asistir al espectáculo de Carol King en Broadway. En Nueva York, todo salió como un relojito, cronometrado, planificado.
La ciudad que nunca duerme, se parece al guía que te la muestra. En nuestro caso, fuímos conducidos por altos académicos de NYU. Seguimos sus pasos y sus huellas en cada esquina que representa el mundo: en los cruces de las zebras zapatos, sandalias, chancletas, tacones puntudos, zapatos de gamuza, resueltos, con prisa, corrían para alcanzar al tren.
Cada uno con una aspiración distinta, con una fijación en su mente para conquistar el mundo próspero que se mueve a miles de kilómetros por segundo y que ofrece algo único y misterioso para cada visitante: maniquíes sin cabello y sin expresión en su rostro, casi nos susurran que en medio de la Gran Manzana, las multitudes son anónimas, aunque cualquier día ocurre el milagro de encontrarte con alguien conocido.
Cada edificio en Nueva York, es un testimonio de la época en la cual fue construido. Y el más reciente, la torre para recordar “las Torres Gemelas”, símbolo del capitalismo internacional, destruido por terroristas o conspiradores internos, donde perdieron la vida casi 3.000 personas.
Hoy un hermoso monumento de cascadas transparentes, con los nombres propios de las víctimas escritos sobre el mármol tallado, nos recuerda a esos héroes que trataron de salvar tantas vidas, y a aquellos que iniciaban su jornada laboral con la misma fruición de todos los newyorquinos, que han hecho de esta ciudad majestuosa, la CAPITAL DEL MUNDO.
¿-Obama el peor presidente de la historia? Depende del círculo que te rodea. Para los intelectuales, el presidente actual ha tratado de cumplir con todas sus promesas, en medio de la soledad del poder. Sin Congreso que lo apoye, Obama trata de acabar con la Cárcel de Guantánamo, o lograr poner en marcha la Reforma Migratoria.
El mundo se ensancha cuando conoces New York. Todo lo que quieres encontrar lo encuentras. Imposible constatar que en medio de las multitudes, un beso, una caricia te sorprende, en la “Esquina Caliente” que el béisbol ha creado para el mundo latino que convive con los gringos en el BRONX.
*Directora Unicarta
saramarcelabozzi@hotmail.com
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