Columna


Enseñanzas de la ley seca

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

08 de diciembre de 2013 12:02 AM

Hace 80 años, el 5 de diciembre de 1933,  fue abolida en los Estados Unidos  la  ley Volstead, mejor conocida como la Ley Seca, que había entrado en vigencia el 16 de  enero de 1920. Esta ley  fue inspirada en algunas tendencias de mojigatería extrema  que creían  ingenuamente que la prohibición de la venta legal  de  alcohol, terminaría con el alcoholismo, cuando la verdad fue que esta insensata norma  produjo el efecto contrario, ya que se elevó  el consumo de alcohol  y como perjuicio colateral, miles de hampones se enriquecieron elaborando bebidas clandestinas que se expendían en bares clandestinos en los que se servía este  alcohol de mala calidad que produjo ceguera o muerte a muchas personas en los  Estados Unidos.

A la “Ley Seca” también se le debe la fama de  Al Capone, el famoso gánster de Chicago quien era  dueño de más de 8000 de estos establecimientos y controlaba el comercio de alcohol en gran parte de los Estados Unidos. La ley Volstead hizo también  el milagro de multiplicar a los beodos y de hacer de la mafia una potencia económica que en poco tiempo se apodero de hoteles, casinos, bancos y supermercados, tras lo cual se convirtió en uno de  los más grandes grupos económicos de los Estados Unidos, que utilizo su poder para  comprar políticos, policías y jueces.

En esta tesitura,  los demócratas tomaron como bandera política la eliminación de la insensata ley. Esto motivo que siendo presidente electo, Franklin D. Roosevelt,  sufriera un atentado hecho por  la  mafia de  destiladores clandestinos,  que veían con preocupación  que  se concretara la promesa electoral de los demócratas de acabar con la ley seca, ya que esto arruinaba su negocio ilegal.

Tras la derogación de la norma  prohibicionista, si bien  la gente siguió bebiendo igual, se acabaron los problemas de salud pública que generaba el alcohol de mala calidad de una muchedumbre de alambiques caseros y destilerías clandestinas. La conclusión  de este episodio histórico es diáfana, la ley seca o sea el prohibicionismo solo beneficio a la mafia.

Esta experiencia sirve para darle otra mirada al nebuloso asunto de si se deben legalizar o prohibir algunas drogas como la cocaína, un tema polémico que parece un saco de anzuelos.  Los partidarios de la  legalización dicen que esto  bajaría los precios de la droga y se les acabaría negocio a las mafias y que  la  drogadicción  hay que tratarla como un problema de salud pública. Quienes se oponen señalan que se debe seguir aplicando el esquema actual o sea la erradicación a sangre y fuego. Argumentos respetables respaldan ambas posturas.

El hecho es que mientras tanto, los mafiosos de todas partes del mundo, disfrutan de sus tesoros y  Colombia sigue siendo víctima del negocio del narcotráfico que es el  combustible de los grupos irregulares que tanto llanto y dolor le causan.

*Columnista

menrodster@gmail.com

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