Columna


Érase una Vez... Cartagena

SALVATORE BASILE FERRARA

19 de septiembre de 2018 12:00 AM

Cuando Enrique Márquez Sanmartín me invitó a la inauguración del primer Festival de Cine de Palenque dedicado a su legendario padre Evaristo Márquez, acepté sin dudarlo un instante, aunque casi inmediatamente me asaltó un sentimiento de melancolía, un desasosiego nostálgico que pude vencer, afortunadamente, haciendo uso de la memoria emocional y afectiva que enseñan en el Actor Studio con el método Stanislavsky.

Recordé la primera vez que leí sobre Colombia en el Paseo de Gracias en Barcelona, en el icónico Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez año 1967.

Recordé la llegada a Cartagena cuando se tuvo que abortar el aterrizaje porque había un toro de lidia desencajonado en la pista, recordé la travesía del aeropuerto a Bocagrande pasando por la playa de Crespo y Marbella y la aparición fantasmagórica del Centro Histórico enmarcado por las murallas de La Tenaza y el pintoresco puerto de canoas frente a la maravillosa cúpula de Lelarge de la iglesia San Pedro Claver.

Recordé el barrio de Bocagrande de casas señoriales  y patios florecidos, hasta llegar al Hotel Caribe a la entrada del Laguito que todavía no existía como barrio sino como una plantación natural de icacos. Y por último pero no menos importante, el jardín tropical y la piscina del Caribe y el estilo colonial del edificio que se volverían nuestras habitaciones por más de un año.

Hace cincuenta años Cartagena era un paraíso, Colombia era un paraíso, el mundo era un paraíso; medio siglo de mala administración de la ciudad y de los recursos naturales no renovables, han hecho de Cartagena una mala copia de una Miami sin servicios, de Colombia un país polarizado acechado por la politiquería y la corrupción, del mundo un entorno invivible con inundaciones a nivel global, destrucción de nuestros bosques húmedos, y especies animales que desaparecen exponencialmente.

¡Qué bien lo hicimos! Y no obstante los mensajes diarios que nos envía nuestra Tierra, seguimos hablando de “fracking” de “glifosato” y le tenemos miedo a una descertificación de Estados Unidos cuando deberíamos nosotros descertificarlos a ellos por no haber logrado ningún resultado evidente contra el consumo que ha disparado la demanda y la oferta naturalmente.

¿Dónde está el Cartel de Miami, el de Nueva York, el de Los Ángeles? Dónde están los miles de millones de dólares fruto del narcotráfico sino en los bancos de Estados Unidos y de los paraísos fiscales.

Ahora pretendemos penalizar a nuestro campo antes de darle una segunda oportunidad a este país donde todavía la tenencia de la tierra es la más injusta y donde las vacas tienen más tierras que nuestros campesinos.

“Ahora pretendemos penalizar a nuestro campo antes de darle una segunda oportunidad a este país donde todavía la tenencia de la tierra es la más injusta”.
 

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