Columna


Ese cuento a otro

RAFAEL VERGARA NAVARRO

19 de noviembre de 2016 12:00 AM

El caño Zapatero, la isla de Manzanillo y la península de Castillogrande son espacios que delinean, separan y comunican la bahía interior y exterior de Cartagena. En su copamiento y uso de orillas muestra las dos ciudades que somos: la formalizada, organizada, rica y bella, y la informal, caótica, sucia y pobre. Ambas son dinámicas, una es gobernada y autorregulada, la otra anda al garete o al libre albedrío, es responsable o irresponsable.

En el borde sur de la Isla, se protegen la Escuela Naval y su vigoroso manglar intocado; al otro lado, cual cáncer que carcome la vida, en pie solo quedan metros. Ya en la bahía exterior, del Bosque hasta Contecar, la economía informal llama a gritos a ejercer autoridad, hacerse sentir, regular. Pienso en las 25 Ha de manglar que debió compensar el puerto y añoro ver su existencia.

Desde las Cuatro Calles la dualidad es absoluta: la modernidad, el poder económico y sus cientos de edificaciones sobre el saturado ecosistema que, sin manglares y con picos de pato, se inunda. Y del otro lado Tierrabomba, donde el atraso duele, sin agua potable y la erosión que ya comenzó a llevarse a sus muertos. También se ve la boca grande que da nombre al barrio y es la salvación de los corales de Varadero.
Los ecosistemas degradados muestran debilidad del Estado, incultura, conflictiva lucha de intereses.

Con la corriente sur, sobre las aguas del Dique, verifiqué in situ el espacio entre Isla Draga e Isla Abanico. Buscan que la ANLA autorice a los portuarios, Financiera Nacional y otros, romper por allí el arrecife coralino de 1,8 km y entrar más barcos a la Bahía. Dice el gerente de FN que con la obra “protegerán” el ecosistema (¿?) y que de no hacerlo y ampliar el canal de Bocachica, que ya se hizo, en 2020 la “ciudad reduciría en $500.000 millones sus ingresos”(¿?). 

El cuento a otro, es irrespetuoso. Cartagena y su pueblo asentado en las orillas sabemos que lo que se recibe por la operación y tránsito es ridículo. Otros ganarán y el país perderá un Patrimonio de la Humanidad, el último albergue de los hijos del mar en la Bahía. Es incomprensible que pudiendo entrar por Bocagrande y de paso resolver el problema de la erosión se nieguen. ¡Increíble!, dicen que es más costoso.

Al ver por Bocachica entrar un barco entendí que los corales que sobrevivan a la apertura de Varadero al poco tiempo morirán, la hélice al girar sube el agua de mar y baja la del río, decantando sedimentos sobre los que queden.

Al levantar la mirada hacia el este me golpeó la deforestación de Bocachica y un edificio en la orilla. ¿Hay un plan parcial? ¿Quién certificó el uso del suelo? Docto no se meta, eso es del Árabe.

rvergaran@yahoo.com

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