Acera o andén: franja longitudinal de la vía urbana, solo para peatones, a los costados de esta. Significado estipulado por el ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial para darle cumplimiento. Y es precisamente cuando hace unos días llegué a la entrada de Bocagrande a hacer una diligencia en un banco. Cuando salí, me aventuré a llegar a pie a donde vivo. Son muchas cuadras pero no me importó, me pareció romántico y la brisa fresca me invitó a protagonizar el sueño de los actores, caminar sobre la alfombra roja buscando la felicidad.
Con lonchera colgada de un hombro, bolso en el otro y libros en las manos, empezó mi odisea. No avancé una cuadra cuando principié a zigzaguear entre plastas de cemento que quedan cuando resanan prehistóricamente los desniveles por falta de planeación y la invasión de vendedores estacionarios: el chacero, el de los collares, el de los pareos, el de los sombreros, el de los cigarrillos, el del bollo de mazorca y a medida que caminaba encontraba a los ambulantes: el del peto, el del raspao, el de los panes, el de las cocadas, el de las gafas, el de la lotería, el del chance y por ver todo lo que ocurría, tropecé con uno de esos pequeños obstáculos.
Me fui de boca, y de no ser por un turista que medía como dos metros y que me sirvió de asidero, me reviento hasta los dientes. No me quedó más que entriparme silenciosamente y fue una lástima no tener el número celular de las autoridades competentes para invitarlos a pasar a pie y no en carros polarizados por Bocagrande, El Laguito y Castillogrande.
Casi me doy por vencida y cojo un taxi, pero me las di de digna, para eso pago impuestos, me dije, y continué con mi caminata que recomiendan para la salud; el que no camina, dicen los médicos, empieza a padecer de achaques; y el que camina por los andenes de Cartagena empieza a achacarse porque su vida peligra con tantas trampas.
¿Cómo es posible que varias veces caminara por el borde de la calle porque los andenes son intransitables? Una ciudad de prestigio, como quieren venderla, una ciudad embrujadora, como quieren hacerla ver, no es más que un desorden urbanístico cada vez más abusado, abandonada e irrespetada por falta de autoridad.
Todo fluye cuando hay limpieza y orden, y es muy rico sentir que nuestra casa está impecable y que cada rincón es un hermoso sitio donde pernoctar. ¿Qué nos pasa? ¿Hasta cuándo?
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