Columna


Especulaciones

HÉCTOR HERNÁNDEZ AYAZO

04 de mayo de 2014 12:02 AM

Las encuestas sobre las inclinaciones de voto permiten toda clase de interpretaciones y cada quien, con ellas, puede especular como a bien tenga. A guisa de ejemplo, casi siempre, el peor colocado en las preferencias ciudadanas urde argumentos para leer en su deprimida posición los signos de un triunfante y veloz ascenso. Tienen razón. De lo contrario la justa electoral estaría cancelada desde la publicación del primer sondeo de opinión.

A pesar de que sea lugar común y aunque algunos candidatos sin esperanza real lo repitan sin convicción, la única encuesta válida es el sufragio. Las motivaciones de los electores pueden depender de fugaces sentimientos, de situaciones aleatorias como el estado del tiempo y de alicientes diversos, sin excluir la muy arraigada práctica de inducir el voto con dádivas, amenazas veladas del superior burocrático o del favorecedor en contratos.

Crece la cantidad de personas que votan por identificación con programas, con fundamento en juicios de valor sobre el estado del país y lo que representa cada candidato. Como la coyuntura ejerce particular influencia es explicable que las tendencias se puedan dividir entre quienes desean prolongar el estado de cosas que se vive y los que desean alterar su curso. Resulta obvio que los otros candidatos se miren como antagonistas del gobernante que aspire a repetir mandato.

En este caso, la cuestión es evidente. Los competidores distintos a Santos lo tienen que tomar como blanco pues su esfuerzo es convencer a los electores de la conveniencia de cambiar el rumbo del país. Por lo menos hasta la primera jornada.

Y allí se llega al punto capital. La suerte de la segunda vuelta está atada a la capacidad del contendor de Santos en congregar las fidelidades de los derrotados. Es claro que Zuluaga carece de posibilidad de atraer la izquierda vencida, pues de antemano está señalado como de extrema derecha. Eso lo convierte en el candidato ideal para que la propaganda reeleccionista lo procure mostrar como el futuro contendor de Santos. Obvio entonces el regocijo del oficialismo por su figuración de segundo en algunas encuestas.

Otra cosa ocurriría con Peñalosa o con Clara López. La izquierda democrática podría acompañar a cualquiera de ellos, dando por sentado que la izquierda radical  siempre estará con Santos por conveniencia para los dialogantes de La Habana, mas la derecha poco seguiría a Clara López. Mientras Marta Lucía Ramírez correría la misma suerte de Zuluaga.

En suma, los colombianos que de veras desean derrotar a Santos deben procurar, conforme al estado de opinión de hoy, que a la segunda vuelta llegue Peñalosa, quien más aglutinaría la inconformidad contra Santos.

h.hernandez@costa.net.co

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