En la mañana de ayer la ciudad se conmocionó con uno de los sucesos que siempre creímos imposible ver. Un edificio de varios pisos se desplomó, irrumpiendo la cotidianidad del barrio Blas de Lezo y sepultando a varias personas dejando un importante número de heridos y fallecidos.
Desde el colapso del Edificio Space de Medellín en 2014, se había puesto sobre el tapete la importancia y rigurosidad en el cumplimiento de todas las normas de sismoresistencia para la construcción de todo tipo de torres.
Tragedia anunciada. Y es que desde hace ya algunos años Cartagena está experimentando un crecimiento exponencial. La ciudad está creciendo más allá de sus límites y los barrios antiguos sufren sorprendentes procesos de remodelación. La Cartagena de antaño se ha reinventado erigiéndose imponente más allá de los muros del centro.
En los barrios populares, grandes casonas y viviendas ordinarias, son derrumbadas para dar paso a lujosos edificios que nada tienen que envidiar a los de estrato 5 y 6. ¿En qué momento se levantaron edificios de hasta 15 pisos que nos están robando el aire, la vista, la luz y el espacio?
Edificios emblemáticos con excelente distribución de los espacios como Las Gavias, Tacarigua, Habitacional las Gaviotas, los edificios militares en Los Corales y el Conjunto Villa Sandra, ya ni se recuerdan porque ahora, proyectos exclusivos en los estratos 1, 2 y 3 mandan la parada.
Blas de Lezo, Bruselas, Los Alpes, lucen calles empantanadas por que el alcantarillado ya no resiste. Apartamentos de 4 x 4 que parecen cajetas de fósforo se venden a precios exorbitantes. ¿Quiénes son estos nuevos inversionistas inmobiliarios que se están llenando los bolsillos en los barrios populares? Peor aún, ¿Quiénes están otorgando estos permisos para que unos pocos amasen fortunas a costa de la burbuja inmobiliaria?
Algunos dirán: Ya basta de los tenderetes, Cartagena tiene que desarrollarse. Este desarrollo es importante, pero debe hacerse planeado. Es urgente que el Alcalde y el Concejo definan los temas de POT y PEMP que no dan espera. Es prioritario que nuestros dirigentes renueven su visión de desarrollo.
Ahora las esperanzas de muchos quedan desplomadas. Varias familias quedaron sin el padre que traía el sustento. Muy a pesar del luto de este triste suceso, la tragedia siempre nos deja enseñanzas. Aparte de revisar lo que está sucediendo con las construcciones, es necesario examinar la respuesta de las instituciones ante el desastre.
Ayer aunque fue rápida y suficiente también fue desordenada. No hubo voz líder y todos trabajaban haciendo lo que les parecía. Ni siquiera contamos con perros de búsqueda y rescate y la gente se amotina empeorando las cosas. Todo esto debe comenzar a cambiar para que Cartagena sea digna de un desarrollo equilibrado y ejemplo en el manejo y gestión del riesgo.
Docente Universitario
alvaroquintana@gestores.com
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