Columna


Estamos quebrados

LIDIA CORCIONE CRESCINI

16 de octubre de 2018 12:00 AM

Para entender este fenómeno, antes de dar inicio a la situación inminente de Colombia, debemos hacer claridad en el término déficit (del latín deficere, que puede traducirse como “faltar”) es la escasez, el menoscabo o la deficiencia de alguna cosa que se necesita o que se considera como imprescindible.

Se utiliza sobre todo en un contexto comercial, en el ámbito de las empresas y los Estados.Y entonces, me hierve la sangre y las venas se soplan al sentir en carne propia todo lo que el hombre ha sido capaz de hacer para beneficiarse de manera particular sin importarle lo que acarrea una sociedad austera, vacía, aburrida, nostálgica, idealista, utópica y poco transcendental, en vez de evolucionar, prosperar, surgir y reivindicarse, vamos por los despeñaderos rodando y ensuciándonos de cuanta porquería nos envuelve.

Parece que ya no hay por dónde meter mano al dril para erguir la estructura y darle un cuerpo sólido y estable, tenemos que continuar en asideros de a peso, arañando las paredes para no ser devastados por la nada y no perecer en el hastío, mientras que los representantes de nuestras vidas en un poder burlado y vilipendiado, nos siguen abusando sin consideración en toda la integridad física y moral, puesto que a ellos lo único que les interesa es sacar provecho en lo pecuniario, engordando además su ego que, a pesar de convertirlos en monstruos despiadados, poco les importa el agrietamiento de la sociedad.

El país está quebrado, no le alcanzan los recursos, tiene que disminuir los porcentajes, tiene que hacer malabares para los remiendos, porque la sábana ha sido cortada y repartida, fue robada y las tiritas que quedan no alcanzan para dos puntadas. Esto de la violencia, guerra de poderes, de bandos, de alimañas, sinvergüenzas, corruptos, nos ha dejado en el limbo, atenidos a las decisiones de los demás, a todos aquellos que siempre se han peleado al país, tirándolo a la tiña y a la suerte de los más bandidos y eso duele y da miedo, asco, y eso nos perjudica, nos tiene en la olla.

Y a cada gobernante nuevo se le echan las culpas y a cada nuevo gabinete se le señala y nada progresa, y mientras agonizamos porque moriremos en la quiebra, se reduce el presupuesto de lo que medio nos puede salvar que es la educación superior, donde empezamos a pensar con criterio más firme, más enfocado y entonces también la cultura no es tenida muy en cuenta.

Aquí nada tiene que ver la izquierda, ni la derecha, ni los del centro, ni los extremistas, aquí no es de ideologías, esas son retóricos y aburridas, aquí es de cambiar realidades y de comprometerse sin tanta rimbombancia ni discursos. Señor concejal, alcalde, gobernador, congresista, presidente, queremos salir de la quiebra. ¿Qué hará usted por nosotros? 

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