Los herederos del chavismo dejaron pasar la gran oportunidad de confirmar democráticamente su mayoría popular. No aceptar las elecciones que ratificarían su dominio y blindaría al Gobierno de cualquier reclamo de la oposición, demuestra inseguridad y falta de audacia política.
No se puede ocultar la aceptación en los sectores populares que el movimiento caudillista tiene. Tampoco la posición dominante en las instituciones políticas y por tanto en el poder. El triunfo en las elecciones para la presidencia y el haber ganado 20 de las 23 gobernaciones lo confirman. Imaginando un escenario pesimista, perdiendo la elección, conservarían, con excepción de la presidencia, además de las gobernaciones en su poder, las instituciones que permiten que los deseos presidenciales se cumplan: poder militar, judicial, legislativo y gran parte del ejecutivo.
La decisión de no ir a elecciones, tomada con precaria legalidad, dejó abierta la puerta para controvertir la interpretación de la Constitución. También la intervención de organismos internacionales una vez se inicie, como va a suceder, el movimiento de masas opositoras.
Antes del posiblemente último viaje a Cuba, si no hay quien viole las leyes del universo, fue notoria la idea de Chávez de convocar a elecciones. Entonces, con los antecedentes expuestos, la pregunta que aflora de inmediato es: ¿quién le teme a volver a tirar los dados aunque estén cargados a favor de Chávez?
La hipótesis con carácter de postulado señala a los hermanos Castro. Chávez es castrista y siente una devota dependencia por Fidel. Los hermanos Castro no resisten una interrupción del oxígeno económico igual a la que soportaron cuando cayó la U.R.S.S. Por ello, para qué arriesgar todo en esta partida de póker.
Adicionalmente tenemos que Chávez, bajo la influencia narcotizante de la muerte, no opina. El dúo Maduro y Diosdado no poseen el magnetismo político como tampoco la inteligencia y sagacidad para actuar con autonomía, por lo cual esa ordinaria pareja sin muestras de energía y actividad propia deben acogerse a quien asuma la responsabilidad de un descalabro. Sólo Fidel reúne todas las condiciones para hacerle frente a los avatares de esta hora desgraciada para los chavistas. Para complementar, Fidel, con su fuera de lo común olfato político de patriarca en el otoño, sabe que Maduro y Diosdado están verdes para representar el papel de estadistas que los dioses del olimpo no les han dado.
Tal es la razón por la cual viajan a Cuba: a recibir instrucciones del padre putativo del caudillo enfermo. Lo mismo que hacen los presidentes de algunos países americanos que quieren seguir beneficiándose del dinero venezolano.
¿A Colombia le afectara lo que suceda en Venezuela? Por supuesto que sí.
¿Qué tanto nos perjudicará? Habrá que consultar con los adivinos, pues los hados no dejan conocer hasta dónde moverán las placas tectónicas que agitan los terremotos y tsunamis sociales. Por lo pronto hay que estar conscientes de que el Comandante Presidente ha construido, con la asesoría de Fidel, unas estructuras de milicias populares paramilitares defensoras de la revolución chavista con la notoria idea de perpetuar el poder del caudillo bolivariano.
Estas milicias y los militares adeptos pueden fácilmente unirse a las Farc, con la paz de los santos o sin ella, iniciando el invierno colombo-venezolano.
Mientras tanto, Bolívar grita en la tumba: “aré en el mar y edifique en el viento”.
algaz@costa.net.co
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