Columna


Expertos en conejos

MAURICIO CABRERA GALVIS

18 de junio de 2017 12:00 AM

Los congresistas del Centro Democrático portan orgullosos en la solapa de sus vestidos la imagen de un conejo blanco. Como ese tipo de emblemas se usan para denotar la pertenencia a algún colectivo o para expresar el apoyo a una causa –y por eso los que apoyamos el proceso de paz usamos el símbolo de la paloma- cabe preguntarse qué apoyo quieren demostrar con el conejo.

Poner conejo es un modismo muy colombiano que significa estafar o engañar. Sabiendo el talante caudillista del CD, usar esa insignia debe hacer en referencia a alguno de los conejos promovidos por su líder. En la coyuntura política hay dos posibles motivos, uno de intención o deseo y el otro de recuerdo o tal vez de remordimiento.

El que desearían poner es el conejo a la paz. Los directivos del CD han dicho que si se toman el poder su objetivo es “hacer trizas” el Acuerdo de Paz con las Farc, y mientras lo logran, tratan de poner trabas y zancadillas a la implementación del Acuerdo.

No importan 5 años de trabajo de un excelente equipo negociador; no importa que después del referendo se modificaran aspectos sustanciales del texto; no importa que lo haya firmado el jefe del Estado, ni que lo ratificara el Congreso y que lo avalaran las Cortes; no importa que la ONU, el papa, los mandatarios europeos, y hasta Trump celebren la firma del Acuerdo y lo apoyen. Ellos, los del CD, son los únicos iluminados en el mundo que creen que este es negativo y que hay que desconocerlo.

Es innegable que las Farc cumplen sus compromisos, sobre todo el más importante de desmovilizarse y entregar las armas, y ya aceptaron dejar de ser un grupo armado para tomarse el poder por la fuerza y cambiaron los fusiles por las palabras. Es un conejazo pretender que el Estado no cumpla sus compromisos.

El conejo del pasado es el que el expresidente mentiroso le puso a los trabajadores hace 15 años con la reforma laboral (Ley 789 de 2002) que recortó las horas extras y el recargo nocturno y de dominicales. El objetivo aparente era generar 160.000 empleos por año, pero como lo demostró el hoy Ministro de Salud, solo se crearon 15.000 puestos de trabajo y solo el 3% de las empresas contrató nuevos trabajadores por efecto de la reforma.

El objetivo real era promover la “confianza inversionista” reduciendo los costos de las empresas, lo que se logró con creces. El profesor Beethoven Herrera estimó que en 4 años los ingresos de los trabajadores del comercio, hotelería, salud y vigilancia privada se redujeron en $2,6 billones, que engrosaron las utilidades de las empresas.

Pero no solo se asaltó el bolsillo de los trabajadores, sino que se les hizo conejo, pues la  misma Ley 789 ordenaba que si en dos años no había los nuevos empleos, el Gobierno derogaría esas disposiciones. Nunca lo hizo y ahora con 13 años de retraso el Congreso aprobó restituir solo una hora de las 4 suprimidas a la jornada nocturna, y los que no crearon empleos con la reforma se rasgan las vestiduras diciendo que al reducirla sí se van a destruir empleos. Es un conejo mentiroso.

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