El ministerio de Comercio anunció que impulsará una nueva oferta exportable por USD$30,000 millones en los próximos cuatro años para aprovechar las ventajas y el acceso de los TLC. Se espera crear 300,000 nuevos empleos. Un elemento clave del plan es fomentar la innovación más allá de lo que ahora promueve Innpulsa con nuevos estímulos, entre los que se destaca un descuento tributario para las empresas innovadoras. Este es un esfuerzo que se necesitaba y llega a muy buena hora cuando ya es evidente que sin intervención del estado no surgirá rápidamente y en forma espontánea una oferta exportadora importante.
Con ese mismo fin, la directora de Procolombia organizó un evento en Bogotá el jueves pasado para promover el entusiasmo a exportar de empresarios exitosos, con participación del VP de mercadeo de Alí Babá. Este entusiasmo empresarial es indispensable para innovar y concebir productos que hoy no se producen pero que se pueden desarrollar a partir de los ya existentes.
Coincide este esfuerzo con el de Bancóldex para hacer conocer el Atlas de Complejidad Económica que ha identificado oportunidades potenciales de cambio técnico y de exportar en varias regiones el país (La República, 25 de febrero de 2016, p.5). El propósito es que los productores de cada región migren a productos de mayor complejidad y mayor valor agregado y que los gobiernos locales promuevan con recursos de regalías programas que coadyuven en ese propósito.
Lo esencial es establecer mecanismos institucionales de colaborar entre el sector público y las empresas, ojalá con la participación de las universidades, sus escuelas de ingeniería y los departamentos de ciencias físicas y naturales para establecer núcleos regionales de investigación y desarrollo que asesoren a las empresas.
El ejemplo muy citado para describir esos procesos colaborativos es el de la industria forestal en Escandinavia que comenzó con talando y renovando bosques, tratando y preparando la madera, y escaló primero a producir las herramientas para talar, luego la maquinaria para procesar la madera, y el diseño de alta calidad. Luego desarrolló la industria de maquinaria y los sistemas electrónicos de control. De ahí se pasó a electrónica y finalmente a Ericsson y a Nokia.
Un ejemplo menos conocido es el de los centros público privados de desarrollo tecnológico en el norte de Italia que apoyan la industria de textiles (nanotecnología), a las de confecciones (diseño, moda, colores), a la industria metalmecánica (diseño e innovación) y en general a las empresas familiares. Otro es el de desarrollos como la cerámica de alta tecnología en Japón que reemplazó al acero y a otros metales especiales en piezas de alta precisión o de gran dureza. Ojalá lográramos hacer algo por el estilo.
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