Columna


FARC, Venezuela y Cuba

JOSÉ JORGE DANGOND CASTRO

30 de abril de 2015 12:00 AM

Durante las conversaciones en el Caguán ya se notaba. Luego el presidente Uribe nombró a Chávez mediador, rompiendo protocolos y saltando jerarquías militares colombianas. Al suspender su interlocución, soportó amenazas de invasión, ruptura de relaciones, suspensión de pagos, bloqueo a productos colombianos e injerencia ante las bases militares de los EEUU.

No fue fácil para quienes ocupábamos cargos en la frontera sobrellevar los agravios, grafitis, manifestaciones diarias y el desfile de armamento militar en nuestras narices. Nunca fuimos acreditados y por lo tanto nuestra función y presencia era considerada “inamistosa”.

Las amenazas, la hostilidad permanente, son parte de la estrategia soviética al mejor estilo de Stalin y que replicada en la Venezuela petrolera, compra alianzas y tejió una telaraña de organizaciones: Petrocaribe, el Alba, el Celac, Unasur, todos ideados por Chávez para asegurarse los votos en los organismos internacionales. Y Venezuela está hasta en el Consejo de Seguridad de la ONU.

El momento mas complicado, al final del gobierno de Uribe, fue cuando en la OEA el embajador colombiano denunció la presencia guerrillera en la serranía del Perijá y acusó al gobierno venezolano de promover el terrorismo. La frontera fue cerrada y nuestro paso impedido.

Poco después asumiría Santos. Buscó el apoyo de los Kirchner, mientras en la OEA María Ángela Holguín y Roy Chaderton presionaban. Lograron así destrabar el impasse, pero fue demasiado sorpresivo el giro. De ahí, quizás, las heridas causadas por “el nuevo mejor amigo”. Santos, un estratega y como buen bogotano, calculador, frío y analítico, buscó cómo ganarse a su contradictor y mediante un pacto de respeto mutuo, llegaron a la hoja de ruta para las relaciones y el proceso de paz en Colombia.

Como lo saben los empresarios del campo, la guerrilla campea en la frontera del lado venezolano con la connivencia de militares y la mirada incrédula de sus habitantes. En La Habana, las Farc aplican la estrategia rusa de negociar. El Gobierno, asesorado por expertos internacionales, usa la aproximación indirecta.

Las negociaciones están en un punto de no retorno y los ahora enemigos políticos, Santos y Uribe, están unidos por distintas vías en el mismo propósito: debilitar a las Farc. Con De la Calle en la mesa, el CD crea el contrapeso para cerrar el círculo. No ha sido fácil: a pesar de su estratagema soviético, Uribe pesa en la opinión y la reconciliación pasa por reconocer a las víctimas, la justicia y por la aceptación de los principales sectores nacionales. Ayuda la cercanía de Cuba y Estados Unidos y la situación de Venezuela, soporte político e ideológico, con su crisis profunda y debilitada influencia regional.
*Rotaremos este espacio para mayor variedad de opiniones.

dangond@outlook.com

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