Columna


Fiestas y ciudad

IRINA JUNIELES

29 de agosto de 2013 12:00 AM

Hace diez años nuestras fiestas populares lucían debilitadas y empobrecidas, perdiendo el sentido histórico que las justifica. Con la excepción del esfuerzo visible del Cabildo de Getsemaní, el país y la ciudad confundían (y en algunos casos, confunden) Fiestas de Independencia y Concurso Nacional de Belleza. Este es importante en el calendario turístico, pero no es la fiesta del pueblo cartagenero que honra la independencia que en 2013 alcanza 202 años.
Fueron necesarios meses de discusión sobre nuestro presente y futuro cultural para que en 2004 la ciudadanía entregara a la autoridad pública los principios de una política pública de fiestas para Cartagena, pensada por, desde y para su gente. Un derrotero para el camino, que se sabía largo y complejo. (Ver: http://goo.gl/1OxHe4).
Ciudadanía, actores culturales, folcloristas, músicos, escritores, docentes y entidades como Universidad de Cartagena, Banco de la República, Cámara de Comercio, Funcicar, El Universal, Revista Noventaynueve, entre muchos, juntaban esfuerzos con un objetivo: revitalizar nuestras Fiestas de Independencia, usando este nombre para reiterar el contenido histórico que las diferencia sustancialmente de los carnavales de otras ciudades.
Desde ese 2004 y hasta 2011, fue el Comité para la de Revitalización de las Fiestas que surgió de ese escenario (encabezado por el IPCC y la Secretaria de Educación Distrital) el que llevó la riendas de las celebraciones, reuniéndose semanalmente, para deliberar sobre cada evento, sus recorridos, generar estrategias de acercamiento ciudadano y mayor actividad cultural en las Fiestas. En Cartagena hay poquísimos casos de participación ciudadana, y éste es uno de ellos.
El Comité asumió los grandes desafíos y avanzó en ellos: que el Desfile del Bando se hiciera el 11 de noviembre y siempre separado de la Batalla de Flores (que tiene otro significado y contenido); que el Reinado de Independencia fuera un escenario de encuentro ciudadano; que el gobierno controlara la fiesta; que las empresas, especialmente de licores y cervezas, empezaran a comprometerse con un proceso ciudadano (antes “patrocinadores” y tarimeros del turno político). Hasta las estrategias de seguridad barrial en noviembre eran debatidas y enriquecidas en el Comité.
Mucho queda por hacer, pero hay suficientes avances y aprendizajes que indican que se marchaba por el camino correcto. Es responsabilidad de los cartageneros y cartageneras, los gestores culturales, las instituciones públicas y privadas, y por supuesto, del Alcalde y su equipo de gobierno defender ese camino.

*Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.

ijunieles@gmail.com

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